viernes, 27 de septiembre de 2013

EL PAÍS  26 SEP 2013
La prueba decisiva de Francisco
El Papa ya ha mostrado su sensibilidad con las necesidades de las personas. El equilibrio que pide ahora entre los asuntos morales y la frescura del evangelio depende de que se realicen las reformas aplazadas

Por HANS KÜNG
El papa Francisco muestra valentía civil. No solo al presentarse sin temor en las favelas de Río de Janeiro. También al abordar un diálogo abierto con críticos no creyentes. Así, recientemente ha escrito una carta abierta en la que responde a uno de los principales intelectuales italianos, Eugenio Scalfari, fundador y durante muchos años director de La Repubblica, el gran periódico romano de izquierda liberal. Y su respuesta no es un sermón doctrinario papal, sino un amistoso intercambio de argumentos entre interlocutores que se tratan al mismo nivel.Recientemente, en su periódico, Scalfari planteó al Papa 12 preguntas, la cuarta de las cuales me parece muy relevante para saber a dónde se dirige una Iglesia que se abre a las reformas. Jesús dijo: “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Sin embargo, la Iglesia católica ha sucumbido demasiadas veces a la tentación del poder temporal y, frente a la secularidad, ha reprimido su propia dimensión espiritual. La pregunta de Scalfari era esta: “¿Representa por fin el papa Francisco la primacía de una Iglesia pobre y pastoral sobre una Iglesia institucional y secularizada?”.
Atengámonos a los hechos:
—Desde el principio, Francisco ha renunciado a la pompa papal y ha buscado el contacto espontáneo con el pueblo.
—En sus palabras y gestos no se ha presentado como señor espiritual de señores, sino como el “servidor de los servidores de Dios” (Gregorio Magno).
—Frente a los escándalos financieros y la codicia de los eclesiásticos, ha iniciado reformas decididas del banco vaticano y el Estado papal y ha impulsado una política financiera transparente.
Los que se casan tras un divorcio deberían ser readmitidos a los sacramentos si lo desean
—Ha subrayado la necesidad de reformar la curia y el colegio eclesiástico mediante la convocatoria de una comisión de ocho cardenales procedentes de diversos continentes.
Sin embargo, aún tiene por delante la prueba decisiva de la reforma papal. Es comprensible, y alentador, que para un obispo latinoamericano los pobres de los suburbios de las grandes metrópolis estén en un primer plano. Pero un papa no puede perder de vista la totalidad de la Iglesia, el hecho de que en otros países grupos distintos de personas, que padecen otras formas de pobreza, también anhelen una mejora. Y estamos hablando aquí sobre todo de seres humanos a los que el Papa puede ayudar de forma incluso más directa que a los habitantes de las favelas, sobre quienes tienen responsabilidad en primer término los órganos del Estado y la sociedad en su conjunto.
Ya en los evangelios sinópticos puede reconocerse una extensión del concepto de pobre. En el evangelio de Lucas, por ejemplo, la bienaventuranza de los pobres se refiere evidentemente a las personas realmente pobres, a quienes lo son en sentido material. Sin embargo, en el evangelio de Mateo la bienaventuranza se extiende a los “pobres de espíritu”, a los pobres en un sentido espiritual, a los que, como mendicantes ante Dios, son conscientes de su pobreza espiritual. Por tanto, se refiere, de acuerdo con el sentido del resto de las bienaventuranzas, no solo a los pobres y a los hambrientos, sino también a los que lloran, a los perdedores, a los marginados, a quienes se quedan atrás, a los expulsados, explotados y desesperados. Es decir, tanto a quienes padecen miseria y están perdidos, a quienes se encuentran en extrema necesidad (Lucas) como a los que sufren angustia interior. Es decir, Jesús llama a sí a todos los afligidos y abrumados, también a quienes han sido abrumados con la culpa.
De este modo se multiplica por mucho el número de los pobres a quienes hay que ayudar. Una ayuda que puede venir precisamente del Papa, que por razón de su ministerio está en mejores condiciones de ayudar que otros. Esa ayuda suya, en tanto que representante de la institución de la Iglesia y de la tradición eclesiástica, supone más que meras palabras de consuelo y aliento: quiere decir hechos de piedad y amor. De forma espontánea se me ocurren tres grandes grupos de personas que, dentro de la Iglesia católica, son pobres.
En primer lugar, los divorciados: en muchos países se cuentan por millones, y entre ellos son numerosos los que, al volver a casarse, quedan excluidos para el resto de su vida de los sacramentos de la Iglesia. La mayor movilidad, flexibilidad y liberalidad de las sociedades actuales, así como la esperanza de vida plantean a los miembros de la pareja exigencias más altas en una unión de por vida. Sin duda, el Papa defenderá con énfasis, incluso en estas circunstancias más difíciles, la indisolubilidad del matrimonio. Pero este mandamiento no se puede entender como una condena apodíctica de aquellos que fracasan y a los que no les cabe esperar perdón. También aquí se trata de un mandamiento teleológico, que demanda fidelidad vitalicia, y como tal la viven muchas parejas, pero no puede ser garantizada sin más. Esa piedad que pide el papa Francisco permitiría que quienes se han vuelto a casar tras un divorcio puedan ser readmitidos a los sacramentos cuando los desean de corazón.
En segundo lugar, las mujeres, que debido a la posición eclesiástica respecto a los anticonceptivos, la fecundación artificial y también el aborto son despreciadas por la Iglesia y en no raras ocasiones padecen miseria de espíritu. También hay millones de ellas en esta situación en todo el mundo. Solo una ínfima minoría de católicas secunda la prohibición papal de los métodos anticonceptivos artificiales, y muchas de ellas recurren en buena conciencia a la fecundación artificial. Obviamente, el aborto no puede banalizarse ni implantarse como método de control de natalidad. Pero las mujeres que se deciden a practicarlo por razones serias, muchas veces con grandes conflictos de conciencia, merecen comprensión y piedad.
Las mujeres que abortan por razones serias merecen comprensión y piedad en la Iglesia
En tercer lugar, los sacerdotes apartados de su ministerio por razón de su matrimonio: su número, en los distintos continentes, asciende a decenas de miles. Y muchos jóvenes aptos renuncian al sacerdocio a causa de la ley del celibato. No cabe duda de que un celibato libremente elegido por los sacerdotes seguirá teniendo su lugar en la Iglesia católica. Pero una soltería prescrita por el derecho canónico contradice la libertad que otorga el Nuevo Testamento, la tradición eclesiástica ecuménica del primer milenio y los derechos humanos modernos. La derogación del celibato obligatorio sería la medida más eficaz contra la catastrófica carencia de sacerdotes perceptible en todas partes y el colapso de la actividad pastoral que conlleva. Si se mantiene el celibato obligatorio, tampoco puede pensarse en la deseable ordenación sacerdotal de las mujeres.
Todas estas reformas son urgentes y deben ser tratadas en primer término en la comisión cardenalicia. El papa Francisco se enfrenta aquí a decisiones difíciles. Hasta ahora ha demostrado ya una gran sensibilidad y empatía por las necesidades de los seres humanos y manifestado de diversas formas un notable coraje civil. Esas cualidades le facultan para adoptar decisiones necesarias y que marcarán el futuro respecto a estos problemas, en parte pendientes desde hace siglos.
En la extensa entrevista publicada el 20 de septiembre en la revista jesuita La Civiltà Cattolica, el papa Francisco reconoce la importancia de cuestiones como la anticoncepción, la homosexualidad y el aborto. Pero se opone a que tales temas ocupen un lugar demasiado central. Con razón exige un “nuevo equilibrio” entre estas cuestiones morales y los impulsos esenciales del propio evangelio. Pero este equilibrio solo podrá alcanzarse en la medida en que se realicen las reformas una y otra vez aplazadas, para evitar que cuestiones morales que en el fondo son de segundo nivel priven de “frescura y atractivo” al anuncio del evangelio. Esa podría ser la gran prueba decisiva del papa Francisco.

Hans Küng, ciudadano suizo, es profesor emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga. Es presidente de honor de la fundación Weltethos (www.weltethos.org) y autor, entre otros, del libro ¿Tiene salvación la Iglesia? (Trotta, 2013).

Traducción de Jesús Alborés Rey

jueves, 26 de septiembre de 2013

ROMPER LA INDIFERENCIA
Por José Antonio Pagola


Lc 16, 19-31
Según Lucas, cuando Jesús gritó "no podéis servir a Dios y al dinero", algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero "se reían de él". Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.
Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.
El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.
No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.
No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.
Es inhumano encerrarnos en nuestra "sociedad del bienestar" ignorando totalmente esa otra "sociedad del malestar". Es cruel seguir alimentando esa "secreta ilusión de inocencia" que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie.
Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.
El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.
José Antonio Pagola
Disponible en http://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/4138-romper-la-indiferencia.html
El País 25 SEP 2013
Millones de católicos dicen a Francisco que no haga caso solo a los cardenales
Presentada en el mundo una carta al Papa pidiendo reformas para superar "la pérdida catastrófica de confianza en la Iglesia”

"El Vaticano parece incapaz de leer los signos de los tiempos”

JUAN G. BEDOYA
Madrid
“Somos realistas, no pedimos imposibles”. Con este espíritu, millones de católicos de toda la cristiandad se han reunido a lo largo del pasado verano en torno a un texto que, en forma de carta, está desde el viernes pasado en la estafeta del Vaticano. Esta mañana lo presentó Redes Cristianas en Madrid, y lo mismo hicieron otras organizaciones en las principales capitales del mundo. Piden estar con sus propuestas en la agenda de la reunión que el papa Francisco ha convocado con su consejo asesor para la reforma de la Curia romana, los próximos días 1 al 3 de octubre. Nuestra iglesia es de todos los bautizados, no solo de las jerarquías y de quienes están ordenados, resumen.
Hace apenas medio año esta movilización entusiasmada era impensable, porque los sectores reformistas del catolicismo, que añoran volver al espíritu del Concilio Vaticano II, cincuenta años atrás, no albergaban esperanza alguna. De hecho, en 1995 las mismas organizaciones, lideradas por Somos Iglesia de Austria, reunieron cuatro millones de firmas y acudieron en masa al Vaticano para entregárselas al Papa, entonces el polaco Juan pablo II. Solo de España viajaron a Roma 300 dirigentes. Ni siquiera pudieron entrar en la basílica de San Pedro, bloqueados sin miramientos por la Guardia Suiza. Ningún jerarca quiso recibirles. En cambio, un nuevo pontífice romano, el jesuita argentino Francisco, les ofrece ahora una gran confianza. Soplan nuevos tiempos y creen que podrán llegar a Roma con la ilusión de un futuro de reformas.
Dirigida a los “queridos Papa Francisco y Hermanos Cardenales”, la carta expone en primer lugar la “profunda preocupación por la Iglesia católica a la vista de sus muchas crisis” y la necesidad de que se considere “como algo primordial el reconocimiento de los derechos y responsabilidades de los bautizados para que tengan una voz influyente en la toma de decisiones”. Añade: “Como vosotros, también hemos experimentado la pérdida catastrófica de confianza en la Iglesia causada por las revelaciones de abusos sexuales por parte de clérigos católicos y del encubrimiento por parte de la jerarquía en tantos sitios. Los abusos de poder en el banco vaticano, así como por la perjudicial falta de respeto y marginación experimentadas por los laicos, han llevado a que muchas de nuestras hermanas y hermanos hayan abandonado completamente el catolicismo. Nuestra Iglesia parece incapaz de leer los signos de los tiempos y así la transmisión de la fe a las generaciones futuras se ha convertido en un desafío cada vez mayor”.
Según los miles de organizaciones que avalan el escrito, “lo que está en la raíz de muchos de estos problemas son los efectos destructivos del clericalismo”. Añaden: “Apoyamos tu deseo, Papa Francisco, de liberar a nuestra Iglesia del clericalismo para que lleguemos a ser una comunidad de iguales, llamados por nuestro bautismo a vivir y proclamar el evangelio de Jesús. Todos los católicos tienen el derecho y la responsabilidad, que provienen de manera innata de nuestro bautismo, de tener una voz efectiva y deliberativa en la toma de decisiones en nuestra Iglesia”.
Redes Cristianas, cuyos dirigentes Raquel Mallavibarrena y Luis Ángel Aguilar Montero presentaron esta mañana el documento, agrupa a dos centenares de organizaciones, como el Foro de Curas, la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, Somos Iglesia, la Iglesia de Base y las Comunidades Cristianas Populares. Están ilusionados, pero tienen temores porque creen que el Papa encontrará muchas resistencias si de verdad emprende reformas profundas. “De hecho, ya le están lloviendo los palos desde los sectores más conservadores, porque Francisco predica con el ejemplo. Por eso, queremos hacer el contrapunto por el otro polo”, afirma Luís Ángel Aguilar”.
La carta al Papa y a los ocho cardenales que le asesoran para la reforma del gobierno de la Iglesia romana, entre ellos el hondureño Oscar Andrés Maradiaga y el chileno Francisco Javier Errazuriz, delimita las reformas que se consideran imprescindibles en cinco áreas “que reflejan las esperanzas y necesidades del sensus fidelium ( sentido de los fieles)”. En primer lugar, se pide una Iglesia que encarne “la justicia radical de Jesús en el mundo”. Dicen: “Nos sentimos inspirados, Papa Francisco, por tu compasión hacia los pobres y por tu deseo de justicia social así como por tu compromiso personal para vivir más sencillamente. Pero nuestro compromiso por la justicia está en entredicho y con frecuencia se considera hipócrita a causa de la injusticia que existe dentro de la propia Iglesia”.
También reclaman una Iglesia que acoja “el diálogo abierto entre sus miembros”. Afirman: “Al hablar en Brasil, Papa Francisco, aconsejaste que el “diálogo, diálogo, diálogo” es la piedra angular de todo progreso humano y estamos de acuerdo. La libertad de expresión (que incluye disentir con fidelidad cuando sea necesario), la libertad de preguntar dando razones para ello, y la primacía de la conciencia formada son vitales para la salud de nuestra Iglesia. Desde ese punto de vista, recomendamos que se rehabilite a los teólogos, clérigos y religiosos que, desde el Vaticano II, han sido censurados y/o sancionados por seguir los dictados de su conciencia. El diálogo abierto no puede darse donde hay miedo al castigo”.
Después de ofrecerse a enviar una delegación al Vaticano para dialogar sobre estas propuestas “con más detenimiento”, concluyen: “Esperamos con expectación vuestra respuesta y que, juntos, continuemos este importante diálogo para el bien de nuestra Iglesia”. Pese a todo, según Luís Ángel Aguilar, que además de dirigente de Redes Cristianas en España está en la secretaría europea de las Comunidades Cristianas Populares, “tampoco se pretenden máximos; simplemente, queremos estar en la agenda y que lo que planteamos se empiece a hablar, cuando toque y de una manera gradual”.


¿CAMBIO HISTÓRICO EN LA IGLESIA CATÓLICA?
Juan José Tamayo
Secretario general de la Asociación de teólogos y Teólogas Juan XXIII, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013; www.fragmenta.es)

            Mi primera impresión tras la lectura de la entrevista de Francisco a la revista  “Civiltá Cattolica” es que podemos estar ante un cambio importante en las prioridades del actual pontificado y que vuelve a recuperarse la orientación reformadora del concilio Vaticano II. Los papas anteriores, Juan Pablo II, Benedicto XVI e incluso Pablo VI en la segunda etapa de su pontificado, estuvieron obsesionados por las cuestiones sexuales, que trataban desde una antropología pesimista, con una visión negativa, en tono condenatorio y lleno de prohibiciones en lo que tuviera que ver con la pareja y con el ejercicio de la sexualidad. Se decía no a las relaciones prematrimoniales, a la masturbación, al uso de los métodos anticonceptivos, al divorcio, al aborto, al matrimonio homosexual, al sacerdocio de las mujeres, al matrimonio de los sacerdotes, a la comunión de los divorciados, y un solo sí: a la castidad. El amor quedaba fuera de la teología papal. La obsesión por la ortodoxia y el dogmatismo era patología frecuente. En estos terrenos todo se resolvía con condenas, excomuniones, suspensiones a divinis, etc. Juan Pablo II y Benedicto XVI se desviaron de las orientaciones del concilio Vaticano II, en el que ambos participaron activamente.
            Entre las prioridades de Francisco no están el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de los anticonceptivos, que cree deben situarse en cada contexto concreto. Su actitud es no injerirse en la vida personal de la gente, sino respetarla. Su propósito es volver al Vaticano y, recuperar su espíritu solidario con las personas excluidas, expresado en este texto conciliar antológico: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son los gozos y esperanza, tristezas y angustia de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. A quien hay que salvar es a la persona en su totalidad como corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, como individuo y comunidad. Es un mensaje en plena sintonía con los diferentes humanismos de nuestro tiempo. El Vaticano II concedió poco espacio a las cuestiones relativas a la sexualidad, como tampoco se lo concedió Jesús de Nazaret. No recurrió a definiciones dogmáticas ni a condenas. Sus preocupaciones fundamentales tuvieron que ver con la dignidad humana, la promoción del bien común, la superación de la ética individualista, la solidaridad, la paz, las relaciones internacionales, las relaciones fe y cultura, los derechos humanos, etc. 

            Este es el camino que está siguiendo Francisco. ¿Supone un cambio histórico? Puede serlo si lleva a cambio la reforma de la Iglesia en profundidad desde la opción por las mayorías marginadas y si devuelve a las mujeres el protagonismo que se les viene negando desde hace siglos.  Solo entonces volverá la primavera a la Iglesia tras cuarenta años de invierno.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Fortunato Mallimaci analizó la entrevista que concedió el Papa Francisco a la publicación jesuita "Civiltà Cattolica"
En Mañana más, el investigador del Conicet consideró que la palabra clave de la entrevista brindada por el Papa Francisco es "misericordiando”, ya que a través de ella llama a acompañar a las personas y que no alcanza con condenarlas.
Mallimaci sostuvo que a su entender, el Papa considera que la crisis que vive la Iglesia católica se produce por haber condenado tanto en los últimos años.
Agregó que el pontífice llama a dejar de insistir en un sólo tema “como el de la cama”, y consideró que se trata de “un intento importante para un Papa y para una Iglesia católica de decir no alcanza la condena, o al revés, dado que hemos condenado tanto estos últimos años, es la crisis que sufrimos”.
Al hacer referencia a las repercusiones en la Argentina en torno a las expresiones de Francisco, Mallimaci dijo que “en la Argentina esto tiene una trascendencia fenomenal”.
“Parece que cambió todo, y vemos una vez más como la Argentina, depende de cada diario, de cada interés político económico, qué presentación se hace del Papa y qué se toma de todo eso que él dijo, cuales son las partes que se toman”, dijo.
Y resaltó: “Así como hay un diario, 'el gran diario argentino' que sale a decir el oficialismo usa la foto del Papa -hablando por el vicegobernador (Mariotto)- en ese mismo diario está la foto de Macri”.
“Todos los candidatos políticos y los grandes medios y los grupos económicos en la Argentina cada uno tienen su visión del Papa”, resaltó.
Consideró “importante” que haya concedido la entrevista a “La civiltà cattolica”, una revista creada a mediados del siglo 19.
Mallimaci se preguntó ¿Quienes van a ser los que van a acompañar al Papa en esta postura?
Y resaltó que el mismo Papa lo dice a pesar de que no se refleja en ningún diario.
En tal sentido explicó: “Él dice: las órdenes religiosas tienen que cumplir su rol de profecía. Palabra que hace tiempo que no se escuchaba”.
“Les pide a ellos que sean los que salgan a acompañarlo a él a descentrar ese mensaje católico solo del tema de la cama y empezar a poner el tema de la justicia de la paz, habla de los pobres, saca su concepción de la pobreza”.
Se refirió a la autocrítica del pontífice sobre su conducción de los Jesuitas y dijo que sería bueno escuchar este tipo de manifestaciones de representantes de otros sectores, como por ejemplo de los medios que acompañaron a la dictadura.
Consultado sobre los motivos que llevaron al Papa a cambiar la postura que expresara, por ejemplo, en contra del matrimonio igualitario en Argentina, Mallimaci afirmó: “Cambia la función del carisma donde debe ejercer el poder. No es lo mismo ser gobernador de provincia que ser Presidente”.

Ediciones del CCC y Universidad Nacional de Quilmes
presentan
La re-invención religiosa del encierro
de Rodolfo L. Brardinelli y Joaquín Algranti

Martes 8 de octubre
Sala Osvaldo Pugliese [PB]
19:00 horas

Acompañarán a los autores:
  • Mario Lozano [Dr. en Bioquímica (UNLP), UNQ-CONICET, Rector de la UNQ]
  • Fortunato Mallimaci [Dr. en Ciencias Sociales (Esc Altos Estudios en Cs.Ss. París), UBA-CONICET, Miembro de la Comisión Provincial por la Memoria]
  • Marcelo Saín [Dr. en Ciencias Políticas (U. de Campinhas), UNQ, Diputado Provincial, experto en temas de seguridad]

sábado, 21 de septiembre de 2013

Lea aquí el texto completo de la entrevista del Papa Francisco
 El Papa Francisco y el P. Antonio Spadaro. Foto: Razón y Fe


lunes, 16 de septiembre de 2013

CARTA ABIERTA DE CLELIA LURO A GUSTAVO GUTIÉRREZ

LUNES, 16 DE SEPTIEMBRE DE 2013
CARTA ABIERTA PARA GUSTAVO GUTIÉRREZ
Querido Gustavo:
Soy  Clelia Luro, la compañera de Jerónimo Podestá ¿recuerdas?
Tú habías viajado a Córdoba a una charla a los curas del Tercer Mundo. Lo habían invitado a Jerónimo por primera vez por medio de Marimachi,  Jerónimo partió muy contento a  Córdoba, era  la 1º vez que los curas del  Tercer Mundo lo invitaban. Pasó que al día siguiente apareció Jerónimo en casa de regreso, le pregunté ¿qué le pasó? y su respuesta sin ocultar su dolor me dijo: “me echaron, Gustavo no quería comenzar si Jerónimo estaba en la sala”
Yo pensé “teólogo de la liberación, ¿qué liberación sostenía? “ ¿La liberación clerical de valores falsos? Y me dio pena por tu persona.
También supe que de la misma forma te comportaste con Leonardo Boff el mejor teólogo que hoy tiene la Iglesia.
El sábado me llamó Francisco y le hice recordar de aquel episodio y me respondió que se acordaba porque yo ya se lo había contado cuando aún era nuestro Cardenal Bergoglio.
Gustavo si la Teología de la Liberación nos lleva a ser jueces de nuestros hermanos habría que hacer la Liberación de esa Teología  ¿qué pasará cuando la Iglesia reforme esa ley que es sólo una ley hecha por hombres y vean la forma de admitir las parejas sacerdotales o el celibato optativo? ¿entonces cambiarías de opinión?
Leonardo Boff no dejó su lucha ni se fue de la Iglesia, lo sacaron en un juicio injusto de la Institución, para la Iglesia Pueblo de Dios como Vaticano II no lo condenó, tampoco a Jerónimo que siempre se sintió Obispo de la Iglesia y como Pablo eligió a los Gentiles, todos aquellos que sufrían persecución del clericalismo los compensó a todos aquellos sancionados por una ley que no respetaba la primacía y el respeto a la conciencia como sancionó el Vaticano II.
Si Dios quiere hoy con Francisco que está rescatando la Iglesia Pueblo de Dios, las sanciones terminarán, pertenecen al pasado y a los espíritus clericales que irán desapareciendo para llegar a ser “Uno para que el mundo crea!
Clelia
Publicado por Movimiento "Verdad en Libertad"
Papa Francisco: Cristiano, no critiques a los políticos, ¡reza por ellos!

Homilía hoy en la Domus Santa Marta
16.09.2013

La humildad y el amor son dos características indispensables para quien gobierna, mientras que los ciudadanos, sobre todo los católicos, no pueden desentenderse de la política: es lo que ha dicho el Papa Francisco esta mañana durante la misa en Santa Marta, invitando, además, a rezar por las autoridades.
El Evangelio del centurión que pide con humildad y confianza la curación del siervo y la Carta de San Pablo a Timoteo con la invitación de rezar por los gobernantes, han constituido el punto de partida para la reflexión del Papa Francisco sobre “el servicio de la autoridad”. Quien gobierna, afirma el Papa Francisco, “debe amar a su pueblo”, porque “un gobernante que no ama, no puede gobernar: como mucho podrá disciplinar, poner un poco de orden, pero no gobernar”. El Papa recordó a David, “como amaba a su pueblo”, tanto que después del pecado del censo, le dijo al Señor que no castigase a su pueblo sino a él. Estas son “las dos virtudes de un gobernante”, el amor por el pueblo y la humildad:
“¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad! Y todo hombre, toda mujer, que toma posesión de un servicio de gobierno debe hacerse estas dos preguntas: ‘¿Amo a mi pueblo para servirlo mejor? ¿Soy humilde y escucho a todos los demás, con opiniones distintas, para elegir mejor el camino?’. Si no se hace estas preguntas su gobierno no será bueno. El gobernante, hombre o mujer, que ama a su pueblo es un hombre y una mujer humilde”.
Por otra parte, San Pablo exhorta a los ciudadanos a elevar plegarias “para todos los que están en el poder, para podamos llevar una vida calma y tranquila”. Los ciudadanos no se pueden desinteresar de la política.
“Ninguno de nosotros puede decir: ‘Yo no tengo nada que ver con esto, ellos gobiernan….”. No, no, yo soy responsable de su gobierno y debo hacer lo posible para que ellos gobiernen bien y debo hacer lo mejor participando en la política en la medida de lo posible. La política –dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más altas de la caridad, porque es servir al bien común. No me puedo lavar las manos ¿eh? ¡Todos debemos aportar algo!”.

Existe la costumbre –observa el Papa- de hablar solo mal de los gobernantes y de charlar sobre “las cosas que no van bien”: “y escuchas en la TV como arremeten, arremeten; lees en los periódicos y lo mismo… ¡siempre el mal, siempre contra!”
Quizás –prosiguió- “el gobernante, sí, es un pecador, como David lo era, pero debo colaborar con mi opinión, con mi palabra, incluso con mi corrección” porque todos “debemos colaborar con el bien común”. Y “hemos escuchado muchas veces: ‘un buen católico no se mezcla en política’ –destacó- esto no es verdad, ese no es un buen camino”.
“Un buen católico se mezcla en política, ofreciendo lo mejor de sí mismos, para que el gobernante pueda gobernar. ¿Qué es lo mejor que podemos ofrecer a un gobernante? ¡La oración! Es lo que Pablo dice: ‘Oración por todos los hombres y por el rey y por todos los que están en el poder’. ‘Pero Padre, es que es una mala persona, debe ir al infierno…’. ‘Reza por él, reza por ella, para que pueda gobernar bien, para que ame a su pueblo, para que sirva a su pueblo, ¡para que sea humilde!’. Un cristiano que no reza por los gobernantes, ¡no es un buen cristiano!
‘Pero Padre, ¿cómo rezo por este? Es una persona que no va…’. ‘¡Entonces reza para que se convierta!’. Pero reza, esto no lo digo yo, lo dice San Pablo, Palabra de Dios”.
Por tanto, concluye el Papa, ‘demos lo mejor de nosotros, ideas, sugerencias, lo mejor, pero sobre todo lo mejor que es la oración. Recemos por los gobernantes para que nos gobiernen bien, para que lleven a nuestra patria, a nuestra nación adelante, y también que en el mundo se dé la paz y el bien común”.

Aleteia.org.es


Pobres en fuga
Por Marcelo Ciaramella
La lógica del sistema hegemónico de acumulación capitalista, que impone a los seres humanos vivir dentro de la lógica absoluta de la valorización del valor, provoca la aparición de la “humanidad sobrante”. Masas “inútiles” que no aportan un valor agregado que se convierta en capital acumulado y que cuentan con un poder adquisitivo casi nulo. Periferias de un centro poderoso que como secarropas centrífugo los arroja contra las paredes que limitan con la nada. Gente que va de acá para allá deambulando por el mundo, exponiéndose a tremendos peligros, experimentando la sensación de haber nacido en el planeta equivocado, culpabilizados de ser la periferia que no tiene derecho ni oportunidad de acceder al lugar de los privilegiados, acusados a menudo del delito de ser visibles, del de-satino de existir y son condenados a una fuga eterna buscando un escondite donde redimir el pecado de la exposición pública. Por eso existen montones de campamentos, hogares, refugios que, como el cuartito del fondo de una casa, esconden todo lo que no sirve para el uso cotidiano o lo que se usa de vez en cuando, para que no sea visto por las visitas.
El papa Francisco volvió a repetir uno de sus fuertes gestos solidarios con los pobres de la periferia, escondidos en este caso en el Centro Astalli de Roma, el servicio de los jesuitas para los refugiados en Italia. Volvió a llamar de manera elocuente “la carne de Cristo” a los sufrientes, en este caso los condenados a vivir como parias en este mundo por diferentes situaciones. Y desnudó la incoherencia de tantos conventos vacíos frente a tanta “humanidad sobrante” necesitada de un lugar para comer, vestirse y ser atendido.
Pero estos gestos –en mi opinión– pierden fuerza y terminan confinados a un álbum de fotos o una colección de discursos cuando no son acompañados de un análisis que produzca un diagnóstico que lleve finalmente a una interpretación, una toma de posición, una acción dirigida a acorralar las causas de estos males.
Lamentablemente la Iglesia ha sustituido el análisis con la ética. Los documentos sociales en general –además de extemporáneos frente a los hechos que analizan y que mutan con una rapidez vertiginosa– proponen una reflexión de principios, siempre válidos pero necesitados de mediaciones que los conviertan en acciones eficaces contras las causas de los males que se enumeran. Hacer un análisis ayudando la mirada creyente con las herramientas de las ciencias sociales genera la necesidad de elaborar acciones, proyectar un modelo de mundo, construir la fe histórica.
Es curioso que últimamente haya habido elocuentes gestos del Papa desalojando de sus poltronas a obispos o curas acusados de abuso sexual que pone blanco sobre negro la gravedad de tales acciones que no son compatibles con la tarea eclesial. Pero a la vez es llamativo que no haya acciones concretas que dejen en evidencia a los culpables y responsables de políticas que generan pobreza, miseria, violencia, injusticia y que afectan a millones.
Recuerdo de mi visita a Chiapas que, estando en la casa religiosa que me hospedaba a poca distancia de los territorios autónomos zapatistas y con plena relación con ellos, escuché una canción compuesta por las bases civiles, profundamente creyentes, luchando contra la violencia paramilitar, que limitaba con la lamentación y se llamaba “No basta rezar”: “No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz, no, no, no basta rezar. Y rezan de buena fe y rezan de corazón pero también reza el piloto cuando monta en el avión para ir a bombardear a los niños de Vietnam, para ir a bombardear a los niños en Irak”.
Los creyentes zapatistas que visité tienen muy claro que la fe es para cambiar el mundo y no para salvar el alma. Porque Jesús dio la vida por un proyecto de mundo, el que quiere el Dios de la Vida, justo, solidario, fraterno, igualitario, cercano a los pobres y en combate contra las causas de la vida indigna e injusta.
La Convención de Refugiados de 1951 explica que un refugiado es una persona que, “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores no quiera acogerse a la protección de tal país”. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, los patrones globales de migración se han vuelto cada vez más complejos en los tiempos modernos, con la participación no sólo de los refugiados, sino también de millones de inmigrantes económicos. Los migrantes, especialmente los económicos, deciden mudarse con el fin de mejorar las perspectivas de futuro de sí mismos y sus familias. Los refugiados tienen que moverse si quieren salvar sus vidas o su libertad. Ellos no tienen la protección de su propio Estado –de hecho, es a menudo su propio gobierno que está amenazando con perseguirlos–. Si otros países no les brindan la protección necesaria, y no les ayudan una vez dentro, entonces pueden estar condenándolos a muerte o a una vida insoportable en las sombras, sin sustento y sin derechos. A veces también los desequilibrios ambientales que provoca la insaciable sed de recursos para producir, expulsan a muchos de sus tierras devenidas en desiertos o lugares inhabitables.
El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, en la reunión de Acnur en 2011 en Ginebra, sostuvo que “...sólo superando este cruel sistema capitalista es que vamos a disminuir las víctimas del desplazamiento forzado en el mundo y vamos a recuperar la dignidad de todas las personas evitando que deban buscar refugio en otras tierras (...) hoy debemos reclamar a la comunidad internacional que sea responsable, que en lugar de utilizar sus recursos económicos en la fabricación de armamento, bombardeos, bloqueos, persecuciones políticas y ataques armados, invierta esos recursos para la cooperación internacional, para cambiar este sistema capitalista que sólo busca el consumismo y denigra al ser humano”.
La contienda va quedando cada vez más clara: un mundo para pocos vs. un mundo para todos. La ideología capitalista liberal nos impone el mérito y la competencia como la premisa para adquirir derechos de vida digna. La mirada cristiana, claramente sostiene que el derecho para la vida digna en este mundo no consiste en hacer méritos, sino en el simple hecho de haber nacido. Si hay refugiados es porque hay perseguidores que se arrogan el derecho de decidir quién queda dentro del sistema, irrespetuosos de la libertad de vivir y morir con dignidad de todo ser humano. ¿Cuándo se separará la Iglesia en su análisis, sus gestos y acciones proféticas de resistencia, de un proyecto de mundo que sólo acarrea pobres en fuga?
* Grupo de Curas en la Opción por los Pobres.

Página/12 | 13/9/2013

El Opus recela del jesuita Francisco
Los mensajes del Papa sobre la pobreza y el poder avivan el debate sobre la Teología de la Liberación
El cardenal Cipriani tacha de “ingenuo” que el pontífice reciba al fundador de esa corriente
JUAN G. BEDOYA 15 SEP 2013

El papa Francisco, rodeado de niños, durante su recorrido por una favela de Rio de Janeiro en su reciente visita a Brasil. / AFP

Los pobres, el dinero, el poder eclesiástico: he aquí buena parte de los debates entre eclesiásticos desde que el jesuita Francisco está al frente de la Iglesia romana. En medio, el fantasma de la Teología de la Liberación, un movimiento execrado con severidad durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, éste en primera línea de combate cuando fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el Santo Oficio de la Inquisición. Todavía en 2009, advirtió Ratzinger sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica. “Sus consecuencias, hechas de rebelión, división, ofensa y anarquía aún ahora se hacen sentir, creando gran sufrimiento y grave pérdida de fuerzas vivas”, dijo. Anteayer remachó la execración el cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei.
La teoría sobre la proverbial hostilidad entre la Compañía de Jesús y el Opus colmó de maledicencias la Red cuando fue elegido papa el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco, el santo de los pobres. ¿Se resignaría el Opus a perder más poder en el Vaticano, y, para colmo, a manos de sus competidores de antaño ante las altas burguesías católicas? Los pasos aperturistas de Francisco, sobre todo su revolucionaria sencillez y austeridad, además del tono cuasi revolucionario de algunos de sus discursos, empiezan a chirriar en sectores ultras de la Iglesia. No es casualidad que la primera reacción pública proceda del más alto eclesiástico del Opus, el cardenal de Lima. La chispa tampoco es baladí: la audiencia que Francisco concedió el miércoles al teólogo Gustavo Gutiérrez, el fundador de la Teología de la Liberación.
El cardenal Cipriani calificó de “ingenuo” al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Müller, por haber promovido ese encuentro y por acoger en Roma a Gutiérrez como si fuese un gran pensador ortodoxo. Añadió el prelado en declaraciones a Radio Programas del Perú (RPP): “Müller es buen alemán y buen teólogo, un tanto ingenuo. Mi lectura es que ha querido acercarse a su amigo Gutiérrez, a quien le tiene cariño, a quien quiere de alguna manera ayudar a rectificar e insertarse en la Iglesia católica. La reunión está siendo utilizada para describir un acercamiento con una corriente teológica que hizo mucho daño a la Iglesia”.
Sostuvo Max Weber que los evangelios tienen la mala costumbre de hablar bien de los pobres y mal de los ricos. Resume esa impresión la parábola del camello y la aguja, que está con ligeras variaciones en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de Dios”. La frase debió hacerse famosa nada más pronunciarla Jesús, el fundador cristiano. Muy pronto iba a ser detenido cerca de Jerusalén, torturado y crucificado por el sistema de poder de su tiempo, también por el sistema religioso.
Bergoglio concediuó el miércoles audiencia al teólogo Gustavo Gutiérrez
En sus comienzos, el mensaje cristiano puso el acento en el abismo que media entre los ricos y los pobres, entre los humildes y los poderosos. No siempre ha sido así, y menos cuando el imperio romano es relevado en Roma por el imperio católico. Pero siempre ha habido voces de teólogos y jerarquías en favor de los desheredados de la tierra. Teología para los pobres, no sobre los pobres.
La primera vez que se acuña el programa eclesiástico de “la opción por los pobres” es por boca de Juan XXIII, en 1962. Fue el pontífice que convocó el Concilio Vaticano II. Tenía dos preocupaciones, el diálogo con el mundo moderno y la unidad de las iglesias, pero días antes de la inauguración introdujo una tercera línea de debate: los pobres. “Opción por los pobres”, pidió. Seis años más tarde, en mayo de 1968, el entonces prepósito general de los jesuitas, Pedro Arrupe, pidió a los miembros de la Compañía de Jesús en América Latina que tal opción fuese “preferencial”. Así nació la Teología de la Liberación.
¿Tiene vigencia esta teología tras 40 años de condenas y castigos? La pregunta está en el ambiente, con gran preocupación entre los sectores que empiezan a recelar del discurso y las formas, claras y sencillas, del nuevo papa, jesuita y argentino. La pasada semana, el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, dedicó gran espacio al libro en italianoDe parte de los pobres, teología de la liberación, teología de la Iglesia, escrito por Gustavo Gutiérrez junto con el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, exprelado de Ratisbona (Alemania) y actual prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Gutiérrez, ahora ingresado en un convento de dominicos en Francia, fue quien dio nombre al movimiento con la publicación en Lima, en 1971, del libro Teología de la Liberación.
'L'Osservatore romano' dedicó un gran espacio al líder de esa corriente
Una fotografía del teólogo con el arzobispo Müller presentando ese libro en alemán, de hace algunos años, ha dado ahora la vuelta al mundo y ha alarmado a los detractores de esa teología. Müller fue alumno y es amigo del pensador peruano desde que, siendo joven el prelado alemán, acudió a Lima a foguearse entre los pobres. “Ese nombramiento como prefecto de la Congregación que se ocupa de la ortodoxia de la doctrina católica, sumado a la elección de un jesuita y arzobispo de Buenos Aires como obispo de Roma, fueron calificados en algunos ambientes como una revancha de la Teología de la Liberación, criticada por Juan Pablo II y por el cardenal Ratzinger”, escribió en mayo la agencia de noticias Zenit, propiedad de los Legionarios de Cristo.
Ha sido una impresión muy extendida. En aquel momento, esto es lo que declaró Müller, según la misma agencia: “Es necesario distinguir entre una teología de la liberación equivocada y una correcta. Un cristiano tiene que encontrarse en su casa en cualquier parte”. Antes, en 2004, había dicho en Ratisbona que “la teología de Gustavo Gutiérrez, al margen de cómo se la considere, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el correcto modo de actuar cristiano, ya que deriva de la fe auténtica”.
Pero la agitación de partidarios y detractores trasciende la famosa fotografía. Esto opina el obispo Pedro Casaldáliga: “Con la llegada del papa Francisco se ha agitado el tema y nos hemos confirmado en la convicción de que la teología es Teología de la Liberación o no es teología, ciertamente no lo sería del Dios de Jesús”. ¿Quién le tiene miedo a la Teología de la Liberación?, se pregunta este prelado catalán, obispo desde 1971 de la diócesis de São Felix do Araguaia, la más extensa del Brasil. Amenazado de muerte por defender a los pobres y a sus combativos teólogos y sacerdotes, salvó la vida cuando Pablo VI advirtió bien alto, para que oyera la dictadura de aquel tiempo: “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”. No tuvieron tanta suerte otros mártires de esa teología, como el también obispo Oscar Romero, de El Salvador, ya en tiempos de Juan Pablo II.
Sartorio ve lógico el resurgir de esta teoría "con un papa jesuita y latinoamericano"
Que la primera encíclica escrita en solitario por Francisco vaya a titularseBeati pauperes (Bienaventurados los pobres), no avala a quienes le suponen veleidades con la teología de la liberación. Al contrario, ya expresó su criterio contrario durante el pasado viaje a Brasil, el mes pasado. Nada de experiencias que tengan algo que ver con el marxismo, ha proclamado. ¿Acaso es marxista la Teología de la Liberación? “Si doy limosna a un pobre, me llaman santo; si pregunto por qué hay tantos pobres e intento ayudarles, me llaman comunista”, se lamentaba Hélder Pessoa Cámara, el famoso obispo de Recife (Brasil).
Cuando murió Juan XXIII en pleno concilio, se escuchó a un monseñor de la Curia romana rezar por él. “Que Dios le perdone el daño que ha hecho a la Iglesia con este concilio”. Años más tarde, fue Pablo VI el execrado por la Iglesia tradicional a causa, sobre todo, de su apoyo a los padres de la Iglesia latinoamericana reunidos en Medellín (Colombia), en 1968, para ver cómo podían aplicar el Vaticano II en las realidades de América Latina. De aquel acontecimiento dice ahora Gustavo Gutiérrez: “El problema al que nos enfrentábamos no es cómo hablar de Dios en un mundo adulto, sino cómo anunciar a Dios como padre amoroso y justo en un mundo inhumano e injusto”.
Raúl Vera, obispo de Santillo (México), se suma a esa protesta y devuelve la pelota a quienes creen que Juan Pablo II y Ratzinger hicieron bien persiguiendo a prelados y sacerdotes comprometidos con Medellín y con Pablo VI. “No se corrigió en Puebla la Teología de la Liberación, se corrigió el Evangelio”, dice. Puebla, en México, fue donde el papa polaco tronó más alto contra los teólogos de la liberación. Raúl Vera, que fue prelado auxiliar del mítico Samuel Ruiz en la diócesis de Chiapas, ha estado este fin de semana en Madrid para hablar al congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIIII.
Según el obispo mexicano Raúl Vera, "en Puebla se corrigió el Evangelio"
“¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!”, dijo Francisco la pasada primavera, nada más ser elegido papa. ¿Suena acaso a teología de liberación? Rodeado de potentados de todo el mundo, había afeado antes, en su primer discurso oficial, las ínfulas de poder de las jerarquías católicas. Raúl Vera, el obispo mexicano, susurró en aquel momento a su compañero de escaño en la basílica de San Pedro: “Oye, qué bien, este Papa viene a por nosotros”. Lo cuenta a EL PAÍS antes de subrayar que Francisco también ha exhortado a los jóvenes a ser revoltosos (“tengan el valor de ir contra corriente”), y a los obispos a oler menos a pastor y más a oveja.
Hay un debate abierto sobre la vigencia de esta teología, o sobre su futuro, al que los obispos españoles no son ajenos. Sus medios de comunicación así lo reflejan, casi siempre con hostilidad. Sin embargo, callan al ser preguntados. Varios prelados se han negado a entrar en el tema, a consultas de EL PAÍS. Es como si estuvieran esperando una señal del Vaticano, aparte la ya enviada por L’Osservatore Romanoacogiendo a Gustavo Gutiérrez en sus páginas.
“Con un papa latinoamericano y, además, jesuita, la Teología de la Liberación no podía quedarse mucho tiempo en la sombra, donde ha estado relegada desde hace años”, dice Ugo Sartorio, teólogo italiano y director del Messaggero di Sant’Antonio, comentando ese hecho. “Se trata de una teología que fue dejada fuera de juego por un doble prejuicio: uno, que todavía no ha metabolizado la fase conflictiva de mediados de los años ochenta, y otro, el rechazo de una teología considerada demasiado de izquierdas y, por tanto, tendenciosa”, añade.
Juan Rubio, de 'Vida Nueva': "El análisis marxista ya quedó relegado"
Esto opina Juan Rubio, director deVida Nueva, la gran revista católica española (de la congregación marianista) con ediciones en Hispanoamérica: “La Teología de la Liberación ha ido creciendo en ramas distintas, coincidiendo con los cambios sociopolíticos de América Latina y del Caribe. Los planteamientos son distintos porque las situaciones son distintas. El análisis marxista ya quedó relegado en muchos de los posicionamientos de esta teología, pese a que hay quienes para atacarla aún siguen esgrimiendo injustamente esas razones de método. La pregunta es si esa teología es ya parte de la historia y cumplió su papel, o por el contrario, ha evolucionado y ofrece claves que puedan ayudar a entender la realidad de pobreza, injusticia y opresión, de nuevo cuño, en las que viven inmersos aun hoy aquellos países. Esa es la pregunta que se hacen muchos cristianos que ven en esta teología un compromiso afectivo y efectivo con el Evangelio y con la necesaria conversión de estructuras injustas. Nuevas perspectivas se abren, no hay que estar cerrados a ellas”.
Juan Rubio, que conoce bien a los obispos españoles y ha conversado durante horas en el reciente pasado con el papa Francisco (la edición argentina de Vida Nueva fue apadrinada por el actual pontífice, entonces arzobispo de Buenos Aires), sostiene que “la Teología de la Liberación, como una más, no la única y exclusiva, ayudará a aquellas iglesias a entender mejor aquellas realidades. Pueden ser más o menos discutibles algunos de sus puntos, pero lo que nunca puede hacer la Iglesia es amordazar e impedir el sano y libre ejercicio de la teología, así como la propia misión magisterial de la Iglesia. Un diálogo parece abrirse ahora de la mano de los seguidores de Gustavo Gutiérrez con un papa que, si bien no es considerado seguidor de esa teología, si está en condiciones de entenderla mejor. Se abre una etapa de dialogo en la que primará, sin duda, el reconocimiento a tantos hombres y mujeres que siguiendo estas líneas teológicas han dado su vida testimonialmente en defensa de los más pobres”.
A pesar de los gestos, Tamayo cree difícil que roma apoye esta teología
En cambio, Juan José Tamayo, reelegido el sábado pasado secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, duda que la Iglesia institucional pueda asumir la Teología de la Liberación, pese a que a la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones de Francisco, la respuesta pueda parecer afirmativa. Añade: “Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos —no así las teólogas— de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica —los pobres, los movimientos sociales—, la radicalidad de sus opciones —interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual—, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones”.

Diario EL PAÍS 16/09/2013

domingo, 15 de septiembre de 2013

El papa Francisco saca de las sombras a la Teología de la Liberación
El papa Francisco recibió recientemente al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación, mantenida en las sombras por el Vaticano desde Juan Pablo II, dando una señal de renovación tras más de tres décadas de conservadurismo.
La reunión entre ambos, revelada el jueves por el Vaticano, marca el punto más alto hasta hoy de lo que se considera la rehabilitación de la Teología de la Liberación (TL), corriente nacida en América Latina en los años 1970 y combatida por el Vaticano, que la tachaba de influencias marxistas.
"La visita de Gutiérrez es una suerte de recuperación oficial de la Teología de la Liberación, después de décadas de apartamiento y condena al silencio", dijo a la AFP Luis Pásara, investigador sobre catolicismo y profesor en la Universidad de Salamanca.
Según Pásara, "que Francisco haya recibido a Gutiérrez suscita una reflexión que puede ser obvia para muchos, pero es importante para los escépticos: un cambio de cierta importancia está ocurriendo en la Iglesia bajo la conducción del jesuita argentino que desempeña el papado".
Para el profesor estadounidense Jeffrey Klaiber, historiador de religiones en la Universidad Católica del Perú, "este es un nuevo y gran paso para recuperar de las sombras a la Teología de la Liberación".
Klaiber destacó que "esta teología fue revisada y aprobada por Benedicto XVI pero luego fue marginada, como si fuera un tema para no tocar en la Iglesia, por la cúpula vaticana", donde el Opus Dei jugó un rol relevante.
El cardenal peruano y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, primer purpurado del Opus Dei en América Latina y enemigo de la TL, ha evitado de momento aludir al tema.
Un hecho significativo es que la reunión entre el Papa Francisco y Gutiérrez se produce días despúes de conocerse que dejará su cargo el poderoso secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone.
"El problema del Vaticano con la Teología de la Liberación terminó hace años, pero ha habido un sector de la Iglesia que ha insistido en dejar siempre la aureola de que es mala para el catolicismo", dijo a la AFP la teóloga Gladys Huamán, profesora en la Universidad Católica.
El primer paso importante lo dio el arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la edición en italiano de un libro ya publicado en 2004 en Alemania, "De parte de los pobres, Teología de la Liberación, teología de la Iglesia", pero recién este año publicado en Italia. Sus autores son el arzobispo y el propio Gutiérrez, amigos desde hace más de una década.
Gutiérrez, de 85 años y sacerdote dominico, comparó la semana pasada al papa Francisco con el papa Juan XXIII (1958-63), quien promovió el Concilio Vaticano II, motor de los cambios en la Iglesia católica en la década de 1960, en una entrevista al portal de Internet Vatican Insider.
"Ha tocado teclas que no eran tocadas desde hace mucho tiempo: la evangelización y el anuncio del reino son para todos. Esto significa ir al encuentro de los puntos importantes, por ejemplo, la justicia. Francisco está enfatizando mucho esta novedad, con carisma verdaderamente extraordinario. Él me recuerda al papa Juan XXIII", dijo Gutiérrez.
"La teología de la Liberación está en el Evangelio. Y el papa es muy evangélico, su modo de actuar lo manifiesta", resaltó Gutiérrez.
La visita del teólogo peruano al papa Francisco demuestra también "que su larga espera, refugiado entre los frailes dominicos y guardando rigurosa afonía, ha rendido frutos. Gutiérrez ha ganado una importante batalla", señaló Pásara.
"¿Qué hará con ese triunfo la Iglesia de izquierda latinoamericana y mundial? Es otra pregunta clave para observar lo que viene, cuya respuesta afectará ahora no sólo a quienes eran disidentes bajo obligado silencio sino el propio rumbo del papado de Francisco", sostuvo Pásara.
El enfrentamiento entre el Vaticano y la Teología de la Liberación data del pontificado de Juan Pablo II, quien en 1979 declaró que "una concepción de Cristo como político, revolucionario, como el subversivo de Nazaret no corresponde a la catequesis de la Iglesia".
Durante su largo papado, Juan Pablo II redujo el poder y la influencia de los obispos que adherían a la Teología de la Liberación, como Dom Paulo Evaristo Arns, arzobispo de Sao Paulo, al que recortó su diócesis, promoviendo o nombrando una generación entera de obispos conservadores.
El prefecto para la Doctrina de la Fe de entonces, Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, llamó al orden a varios teólogos, entre ellos al brasileño Leonardo Boff, a quienes reprochó que aprobaran la lucha de clases y la violencia revolucionaria, concepciones que perdieron fuerza tras la caída del comunismo.
El papa Francisco, defensor de una Iglesia de los pobres, siempre ha sido crítico con estos teólogos por las mismas razonas que su predecesor.

(AFP)

sábado, 14 de septiembre de 2013

Francisco recuerda al Papa Juan XXIII. 

Entrevista a Gustavo Gutiérrez


"Hablar de la importancia del pobre, de la solidaridad con los pobres... viene del Evangelio. La Teología de la liberación, apenas lo recordó, no lo creó: ¡está en el Evangelio! Y el papa es muy evangélico”.
La afirmación anterior es de uno de los fundadores de la teología de la liberación, el padre Gustavo Gutiérrez, dominico, que participo en el Festivaletteratura, en Mantua, Italia, con su "viejo amigo”, el arzobispo Gerhard Ludwig Müller, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El reportaje es de Angelo Sarto, publicado en el sitio Vatican Insider, 07-09-2013.

Aquí la entrevista

Padre Gutiérrez, la excelente acogida manifestada por L’Osservatore Romano a su libro Dalla parte dei poveri (Edizioni Messaggero- Editrice Misionaria Italia), escrito juntamente con Don Müller, marca un giro radical en la relaciones entre el Vaticano y la teología de la liberación. ¿Qué piensa Ud. al respecto?

Este libro fue publicado en alemán y en español hace nueve años. Estoy muy contento con esa acogida positiva. Esto muestra que la teología de la liberación es una contribución entre las otras teologías. Don Müller habla de esto claramente. Estoy muy feliz con esa aprobación de mi viejo amigo Müller.

¿Qué relación existe, por lo que Ud. sabe, entre Bergoglio y la Teología de la Liberación? Hay quien diga que él la condenó en el pasado

Que yo sepa, el nunca la condenó, eso me dijeron algunos de mis amigos que le son muy próximos. Vea yo no estoy tan interesado en la teología de la liberación, mas si en el Evangelio. La Teología de la Liberación es una teología, pensada para recordar algo importante del Evangelio: la presencia de los pobres en el mundo, la opción preferencial por los pobres por parte de la Iglesia. ¿Hubo contactos entre Bergoglio y la teología de liberación? Tal vez, ¿por qué no? Yo prefiero ver las cosas así y no situar al papa en una teología, sino sólo en Evangelio.


Algunos observadores piensan que Bergoglio está llevando adelante algunas propuestas de la Teología de la Liberación en el plano de su compromiso como pastor…

Yo pienso, que tal vez, él esté llevando adelante el Evangelio, no exactamente una teología, al máximo, una teología próxima a la Teología de la Liberación. Hablar de la importancia del pobre, del compromiso, de la solidaridad con los pobres… Eso viene del Evangelio. La teología de la liberación apenas recordó esto, no lo creó: ¡Está en el Evangelio! Y el papa es muy evangélico, su modo de actuar lo manifiesta.

Leonardo Boff espera que el Papa Francisco, dará, en el futuro, señales para rehabilitar a Teología de la Liberación, tanta veces criticada por el Vaticano. ¿Ud. cree que esto vaya a suceder?

(Risas)Hacer previsiones es siempre difícil. Pero parece que eso puede suceder, aunque yo no pueda decir cómo, porque no puedo responder sobre lo que el papa va hacer. Pero este momento es muy rico, interesante y ¡evangélicamente nuevo! Espero que este clima continúe. No tanto por la teología de liberación, mas bien, para ir a la raíz del Evangelio. Yo no conozco a Bergoglio personalmente, solo a través de amigos que le son muy próximos. Yo escuché hablar de él hace mucho tiempo como jesuita en la Argentina, como obispo, arzobispo y cardenal en Buenos Aires. Estoy muy feliz por esto meses transcurridos desde la elección a papa. El fomentó mucho la fe mostrando un estilo muy evangélico en la vida de la Iglesia.

¿Cuál es urgencia que Francisco debe enfrentar principalmente en la Iglesia de hoy?

No es fácil de decirlo. Cuando se ve la Iglesia desde la perspectiva de papa, se tiene otro panorama. Pero lo que él hizo hasta hoy fue hablar del Evangelio en la periferia. Esta es una metáfora muy interesante. Esta es la misión de la Iglesia: Anunciar el reino de Dios a todos, con un énfasis especial en la periferia del mundo. ¡Esto es lo que encuentro tan evangélico en Francisco! Las dos cosas que él comenzó a realizar, o sea la reforma de la Curia y la reforma económica del IOR, son de lo las más acertadas.
Pero sobre todo, es interesante una presencia renovada de la fe en el mundo de hoy. El tiene un análisis de la realidad que parece muy interesante. Es muy original y creativo en los gestos. ¡Yo no puedo decir que él tiene que hacer esto o lo aquello! No es mi tarea. Pero estoy muy contento de ver esa presencia y ese "aire fresco” en la Iglesia que Francisco está trayendo.


Muchas personas volverán a la Iglesia gracias a Francisco. ¿Por qué?

El ha tocado teclas que no eran tocadas hace mucho tiempo: la evangelización y el anuncia del reino son para todos. Esto significa ir al encuentro de los puntos importantes, por ejemplo, la justicia. Francisco esta enfatizando mucho esta novedad, con carisma verdaderamente extraordinario. El me recuerda al Papa Juan XXIII.

[Traducción para Adital: ricardozunigagarcia@gmail.com].

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‘La Teología de la Liberación es irrenunciable’

Por Gerhard Ludwig Müller
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe


Fragmento de "De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia”


La historia del mundo es, sobre todo, el escenario de la lucha dramática entre las fuerzas dialécticas de gracia y libertad, por un lado, y pecado y opresión, por otro. Pero la historia en su núcleo más íntimo es, de cualquier manera, historia de la salvación, porque Dios –en cuanto creador y redentor del mundo y del hombre– se puso a sí mismo como fin objetivo del movimiento histórico y de la acción humana de liberación.

Así pues, quien participe activamente en la liberación está de parte del Liberador divino. En práctica, se trata de la participación transformadora en el proceso histórico hacia el fin trascendente e inmanente del mismo. Quien actúe por la liberación ya está de parte de Dios, aunque tenga plena consciencia o no [...]

Es posible mostrar el arraigo de la Teología de la liberación original en la revelación bíblica y en la gran tradición teológica y doctrinal de la Iglesia. Y aunque –en cuanto a la construcción de los propios fundamentos– se encuentre todavía en una fase de desarrollo, las carencias y las incongruencias que surgieron con algunas posturas, con el fuerte impacto mediático, de algunos representantes de la Teología de la liberación no pueden poner en discusión la validez de sus grandes adquisiciones de fondo.

Con base en las exigencias de la vida eclesial y de la misma teología, es necesario afirmar que la Iglesia en el tercer mundo, pero también la Iglesia como Iglesia universal, no puede renunciar a un nuevo desarrollo y a una aplicación de la Teología de la liberación. Solo mediante la Teología de la liberación, la teología católica (a nivel universal y a nivel de cambio histórico) ha podido emanciparse del dilema dual de "más acá” y "más allá”, de felicidad terrenal y salvación ultraterrenal; o, respectivamente, de la disolución monística de un aspecto en el otro. Sin embargo, es un dilema que el marxismo no generó, sino que solamente expresó.

Por último, pero no menos importante, por estas razones la Teología de la liberación debería ser considerada incluso como una alternativa radical ante la concepción marxista del hombre ya la utopía histórica que surgió de ella. Justamente el presupuesto metodológico de la Teología de la liberación –el de comenzar por una praxis transformadora– no es más que la reformulación del evento original de la teología: primero está la secuela de Cristo y de ella surge la formulación de la profesión sobre quién es realmente Jesús.

Incluso puede darse que, en la coyuntura actual, el interés por la Teología de la liberación en la opinión pública esté disminuyendo. Pero, a la luz de las cuestiones objetivas nunca resueltas, esta desempeña una obra indispensable para el servicio de la Iglesia de Cristo a favor de la humanidad, un servicio transformador, a nivel de la reflexión y de la pastoral. La Teología de la liberación es irrenunciable, tanto a nivel regional como para la comunicación teológica universal.