MIÉRCOLES, 18 DE DICIEMBRE DE 2013
Homilía de Jon Sobrino: "Apareció entre
nosotros un ser humano cabal"
Navidad, como el deporte de élite, como la
moda y el turismo, hace tiempo que ha caído en manos de la industria y el
comercio. Y en mi opinión, algunas devociones y liturgias ayudan a liberarla.
Hay exceso de piedad, y música, y déficit de verdad y justicia. Pero existe también el deseo de un
mundo de seres humanos cabales, como el Jesús que nació hace veinte siglos.
Los primeros cristianos no sabían
prácticamente nada sobre cómo fue el nacimiento de Jesús, pero sí se
preguntaron cómo comenzó la fe y la vida
cristiana. En situaciones muy variadas una cosa les quedó clara. “Todo
comenzó con Jesús de Nazaret”. Con él vino al mundo la bondad y la verdad, la
justicia y la salvación. Otra cosa es dónde y cuándo apareció Jesús. Llegaron a
saber que ese hecho fundamental ocurrió en el Jordán. Un profeta austero y de duras palabras,
llamado Juan sumergía en el río a los que se reconocían pecadores. Allá fue
Jesús cuando tenía alrededor de 30 años. ¿Y antes del Jordán, de dónde venía
Jesús?, seguían preguntándose.
1. El primero en contestar fue Pablo. En su
carta a los cristianos de Galacia, sobre el origen de Jesús dice tajantemente:
“Nacido de mujer” (Gal 4, 4). No dice más, pero dice mucho. Jesús no fue un
ángel, ni un ser extraño. Fue como nosotros y su final, como el nuestro, fue la
muerte. Solo que Pablo añade “y murió muerte de cruz” (Fil 2,8).
2. El último fue el cuarto evangelista,
discípulo de aquel Juan, hijo del Zebedeo y hermano de Santiago, que escribió
en la última década del siglo I. En este evangelio todo comienza en la
eternidad de Dios. Misteriosamente, en el Dios eterno ya estaba la palabra. Y
esa palabra se hizo carne de hombre. Con nosotros caminó y entre nosotros puso
su tienda de nómada, como los beduinos. Ese es Jesús de Nazaret, el hombre
cabal, ecce homo. Y ningún otro es el Mesías. De entre los hombres unos lo
aceptaron, y llegaron a ser humanos. Otros lo rechazaron y se deshumanizaron.
3. Entre la afirmación tajante de Pablo y la
reflexión sublime de Juan, Mateo y Lucas hacia el año 80 pensaron lo que había
ocurrido en el inicio y le dieron forma literaria y teológica. No narran una
historia tal cual, ciertamente, pero profundizan su significado para todos los
tiempos.
El evangelista Mateo recogió algunas cosas que
se decían en las comunidades sobre el nacimiento de Jesús. Habla de sus padres,
José, hombre de bien, obrero, que deseaba justicia para su pueblo. Y habla
de María, joven virgen desposada con
José. Mateo puntualiza que Jesús nació en tiempo del rey Herodes, recordatorio
importante, pues de esa forma, junto a la alegría de todo nacimiento de un
tierno, aparece la crueldad de la que somos capaces los seres humanos. El rey
mandó asesinar a los niños, tradición muy poco tomada en serio, porque
enturbiaría las fiestas navideñas. Pero nos ayudaría a mirar a los cientos de
miles de niños que mueren hoy de desnutrición, asesinados, pues hoy el hambre
se puede evitar. Hace 30 años, el 11 de diciembre de 1981, el coronel
Monterrosa mandó matar a 900 campesinos en El Mozote, de los cuales más de un
centenar no pasaban de 12 años.
Mateo es también el que imagina la bellísima
historia de los magos que llegan de muy lejos y ofrecen lo mejor que tienen.
Así quiere decir que Jesús es para todos, no sólo para judíos, ni solo para
europeos, ni solo para cristianos. Hombres y mujeres honrados, siempre podrán
reconocer en Jesús a un hombre bueno en quien se puede confiar y a un hombre
firme con quien se puede caminar. Y a ese Jesús también nosotros le podemos
ofrecer lo mejor.
En el capítulo 25, Mateo cuenta dónde y cómo
encontramos hoy a Jesús. “Cuando dan de comer al hambriento y visten al
desnudo, cuando acogen al emigrante y visitan a los encarcelados, yo estaba
presente en ellos”. “¡A mi me dieron de comer, a mi me vistieron, a mí me
acogieron, a mí me visitaron!”.
4. Lucas fue médico de profesión, también
hacia el año 80. Y es quien pensó y escribió relatos sobre el nacimiento de
Jesús con mayores detalles y de gran belleza. El relato es un clásico de la
literatura universal que leemos estos días de navidad. El padre de Jesús, José, está angustiado por la difícil situación en
que se encuentra su esposa: “no había para ellos lugar en la posada”. Su madre,
María de Nazaret, es la buena vecina que fue a ayudar a Isabel. Gran creyente
en Dios le dice: “Que sea lo que tú quieres”. Y cree, no en cualquier Dios,
sino en el Dios de su pueblo, el que “ensalza a los pobres y derriba del trono
a los poderosos”.
Los amigos de la familia son pastores,
trabajadores no bien vistos, campesinos sin tierra. A ellos les llega la voz de lo alto y ellos
son los que le prestan atención: “En las alturas gloria a Dios y en la tierra
paz a la gente buena”. En El Salvador es imposible olvidar lo que dijo
Monseñor: “La gloria de Dios es el pobre que vive”. Y también en Lucas, el
Jesús ya mayor diferencia a unos de otros. “Dichos ustedes, los pobres, los que
tienen hambre, lloran, son perseguidos… Comerán, reirán, vivirán”. “¡Ay de
ustedes, los ricos y satisfechos, los que son honrados por el mundo… Pasarán
hambre, llorarán, Dios los apartará de sí”.
5. Dejamos para el final al primer
evangelista, Marcos, discípulo y compañero de Pedro. Escribe a la comunidad
Roma, donde los cristianos eran perseguidos por el poder imperial. En Roma el
cristianismo comenzó a ser visto como movimiento sospechoso, y fue perseguido y
duramente castigado, cabal como en El Salvador en los años setenta y ochenta,
en tiempo de Rutilio y Romero, de Ticha y Polín.
Marcos no narra el nacimiento ni esclarece el
origen de Jesús, sino que este aparece en el Jordán con el Bautista. A diferencia
de lo que ocurre hoy, para Marcos lo más importante no es que Jesús sea
“mesías”, y en el evangelio Jesús varias veces prohíbe que lo llamen así para
que no lo confundan con alguien que tiene poder. Tampoco es lo más importante su ser “hijo de
Dios”, y de hecho en el evangelio solo un pagano, el centurión romano, le llama
“hijo de Dios”. Y lo hace al pie de la cruz, lugar absolutamente contrario a
los solemnes lugares de las divinidades. ¿Quién es entonces Jesús? Jesús es
eu-aggelion. Por lo que hace, por lo que dice y por lo que es, Jesús es una
buena noticia. Lo es para todos, y especialmente para los pequeños, enfermos y
desvalidos, mujeres y niños.
A lo largo de la historia la tradición sobre
el nacimiento de Jesús fue cambiando. La reflexión teológica avanzó, pero en la
liturgia y en el imaginario popular fue perdiendo importancia que aquel niño
llegó a ser Jesús de Nazaret.
Del siglo IV en adelante las basílicas –sedes
de reyes y reinas-, solemnes, bellas en arquitectura, muchas veces lujosas en
el arte, enterraron el pesebre, la cuna, la pobreza de José, María y Jesús. Y
en el siglo XVII al pesebre se le añadió un abeto de los bosques alemanes.
Nicolás, un santo varón del siglo IV, generoso y bonachón, se convirtió en
conductor de trineos entre la nieve, repartiendo regalos a los pequeños que se
han portado bien.
Lo peor es cuando en navidad no se tiene muy
en cuenta a Jesús de Nazaret. ¿Cómo recuperarlo? Monseñor Romero recordó en una
homilía que habría que buscar a Jesús en la noche de navidad entre los niños
lustradores y huelepegas, que no han podido reunir un poco de dinero para hacer
un regalo a sus mamás, que recibirán una tremenda reprimenda. Y terminaba
diciendo “qué triste es la navidad de nuestros niños”.
Casaldáliga sigue recordando la navidad de los
pobres. En la portada de esta Carta a las Iglesias publicamos su poema de la
navidad de este año: “Ni en Belén, ni en Montpelusa hay lugar para ellos”. Los
pobres siguen sin tener posada.
Sin embargo, para Monseñor y para don Pedro,
navidad es fuente de esperanza y buena noticia si en el niño vemos los primeros
pasos de ese hombre cabal que fue Jesús de Nazaret. Todos los días del año, y
especialmente estos días en que hablamos del Niño Dios, son muy verdaderas las
palabras que escribió Leonardo Boff hace 40 años: “Así de humano sólo puede ser
Dios”.
Estos días recordamos también a Nelson
Mandela, nació y dio sus primeros pasos hace casi un siglo. También lo hemos
sacado en la portada, y se nos ha ocurrido poner, entre otras muchas posibles,
estas tres palabras: Verdad, Reconciliación, Amor.
Dios nace cuando pasa por nuestro mundo. En
navidad lo recordamos litúrgicamente. Ojalá le ayudemos a que su paso sea real
todos los días de nuestra vida. Y que con humildad podamos ofrecerlo a los
pobres
Jon Sobrino
12-2013
http://cristianospsoemadrid.blogspot.com.ar/2013/12/homilia-de-jon-sobrino-aparecio-entre.html