El Opus recela del jesuita
Francisco
Los mensajes del Papa sobre la
pobreza y el poder avivan el debate sobre la Teología de la Liberación
El cardenal Cipriani tacha de
“ingenuo” que el pontífice reciba al fundador de esa corriente
JUAN G. BEDOYA 15 SEP 2013
El papa Francisco, rodeado de
niños, durante su recorrido por una favela de Rio de Janeiro en su reciente
visita a Brasil. / AFP
Los pobres, el dinero, el poder
eclesiástico: he aquí buena parte de los debates entre eclesiásticos desde que
el jesuita Francisco está al frente de la Iglesia romana. En medio, el fantasma
de la Teología de la Liberación, un movimiento execrado con severidad durante
los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, éste en primera línea de
combate cuando fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que
es como se llama ahora el Santo Oficio de la Inquisición. Todavía en 2009,
advirtió Ratzinger sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica.
“Sus consecuencias, hechas de rebelión, división, ofensa y anarquía aún ahora
se hacen sentir, creando gran sufrimiento y grave pérdida de fuerzas vivas”,
dijo. Anteayer remachó la execración el cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis
Cipriani, del Opus Dei.
La teoría sobre la proverbial
hostilidad entre la Compañía de Jesús y el Opus colmó de maledicencias la Red
cuando fue elegido papa el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que tomó el
nombre de Francisco, el santo de los pobres. ¿Se resignaría el Opus a perder
más poder en el Vaticano, y, para colmo, a manos de sus competidores de antaño
ante las altas burguesías católicas? Los pasos aperturistas de Francisco, sobre
todo su revolucionaria sencillez y austeridad, además del tono cuasi
revolucionario de algunos de sus discursos, empiezan a chirriar en sectores
ultras de la Iglesia. No es casualidad que la primera reacción pública proceda
del más alto eclesiástico del Opus, el cardenal de Lima. La chispa tampoco es
baladí: la audiencia que Francisco concedió el miércoles al teólogo Gustavo
Gutiérrez, el fundador de la Teología de la Liberación.
El cardenal Cipriani calificó de
“ingenuo” al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán
Gerhard Müller, por haber promovido ese encuentro y por acoger en Roma a
Gutiérrez como si fuese un gran pensador ortodoxo. Añadió el prelado en
declaraciones a Radio Programas del Perú (RPP): “Müller es buen alemán y buen
teólogo, un tanto ingenuo. Mi lectura es que ha querido acercarse a su amigo
Gutiérrez, a quien le tiene cariño, a quien quiere de alguna manera ayudar a
rectificar e insertarse en la Iglesia católica. La reunión está siendo
utilizada para describir un acercamiento con una corriente teológica que hizo
mucho daño a la Iglesia”.
Sostuvo Max Weber que los
evangelios tienen la mala costumbre de hablar bien de los pobres y mal de los
ricos. Resume esa impresión la parábola del camello y la aguja, que está con
ligeras variaciones en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. “Más fácil es
pasar un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de
Dios”. La frase debió hacerse famosa nada más pronunciarla Jesús, el fundador
cristiano. Muy pronto iba a ser detenido cerca de Jerusalén, torturado y
crucificado por el sistema de poder de su tiempo, también por el sistema
religioso.
Bergoglio concediuó el miércoles
audiencia al teólogo Gustavo Gutiérrez
En sus comienzos, el mensaje
cristiano puso el acento en el abismo que media entre los ricos y los pobres,
entre los humildes y los poderosos. No siempre ha sido así, y menos cuando el
imperio romano es relevado en Roma por el imperio católico. Pero siempre ha
habido voces de teólogos y jerarquías en favor de los desheredados de la
tierra. Teología para los pobres, no sobre los pobres.
La primera vez que se acuña el
programa eclesiástico de “la opción por los pobres” es por boca de Juan XXIII,
en 1962. Fue el pontífice que convocó el Concilio Vaticano II. Tenía dos
preocupaciones, el diálogo con el mundo moderno y la unidad de las iglesias,
pero días antes de la inauguración introdujo una tercera línea de debate: los
pobres. “Opción por los pobres”, pidió. Seis años más tarde, en mayo de 1968,
el entonces prepósito general de los jesuitas, Pedro Arrupe, pidió a los
miembros de la Compañía de Jesús en América Latina que tal opción fuese
“preferencial”. Así nació la Teología de la Liberación.
¿Tiene vigencia esta teología
tras 40 años de condenas y castigos? La pregunta está en el ambiente, con gran
preocupación entre los sectores que empiezan a recelar del discurso y las
formas, claras y sencillas, del nuevo papa, jesuita y argentino. La pasada
semana, el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, dedicó gran espacio al
libro en italianoDe parte de los pobres, teología de la liberación, teología de
la Iglesia, escrito por Gustavo Gutiérrez junto con el arzobispo Gerhard Ludwig
Müller, exprelado de Ratisbona (Alemania) y actual prefecto de la Congregación
de la Doctrina de la Fe. Gutiérrez, ahora ingresado en un convento de dominicos
en Francia, fue quien dio nombre al movimiento con la publicación en Lima, en
1971, del libro Teología de la Liberación.
'L'Osservatore romano' dedicó un
gran espacio al líder de esa corriente
Una fotografía del teólogo con el
arzobispo Müller presentando ese libro en alemán, de hace algunos años, ha dado
ahora la vuelta al mundo y ha alarmado a los detractores de esa teología.
Müller fue alumno y es amigo del pensador peruano desde que, siendo joven el
prelado alemán, acudió a Lima a foguearse entre los pobres. “Ese nombramiento
como prefecto de la Congregación que se ocupa de la ortodoxia de la doctrina
católica, sumado a la elección de un jesuita y arzobispo de Buenos Aires como
obispo de Roma, fueron calificados en algunos ambientes como una revancha de la
Teología de la Liberación, criticada por Juan Pablo II y por el cardenal
Ratzinger”, escribió en mayo la agencia de noticias Zenit, propiedad de los
Legionarios de Cristo.
Ha sido una impresión muy
extendida. En aquel momento, esto es lo que declaró Müller, según la misma
agencia: “Es necesario distinguir entre una teología de la liberación
equivocada y una correcta. Un cristiano tiene que encontrarse en su casa en
cualquier parte”. Antes, en 2004, había dicho en Ratisbona que “la teología de
Gustavo Gutiérrez, al margen de cómo se la considere, es ortodoxa porque es
ortopráctica y nos enseña el correcto modo de actuar cristiano, ya que deriva
de la fe auténtica”.
Pero la agitación de partidarios
y detractores trasciende la famosa fotografía. Esto opina el obispo Pedro
Casaldáliga: “Con la llegada del papa Francisco se ha agitado el tema y nos
hemos confirmado en la convicción de que la teología es Teología de la
Liberación o no es teología, ciertamente no lo sería del Dios de Jesús”. ¿Quién
le tiene miedo a la Teología de la Liberación?, se pregunta este prelado
catalán, obispo desde 1971 de la diócesis de São Felix do Araguaia, la más
extensa del Brasil. Amenazado de muerte por defender a los pobres y a sus
combativos teólogos y sacerdotes, salvó la vida cuando Pablo VI advirtió bien
alto, para que oyera la dictadura de aquel tiempo: “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”.
No tuvieron tanta suerte otros mártires de esa teología, como el también obispo
Oscar Romero, de El Salvador, ya en tiempos de Juan Pablo II.
Sartorio ve lógico el resurgir de
esta teoría "con un papa jesuita y latinoamericano"
Que la primera encíclica escrita
en solitario por Francisco vaya a titularseBeati pauperes (Bienaventurados los
pobres), no avala a quienes le suponen veleidades con la teología de la
liberación. Al contrario, ya expresó su criterio contrario durante el pasado
viaje a Brasil, el mes pasado. Nada de experiencias que tengan algo que ver con
el marxismo, ha proclamado. ¿Acaso es marxista la Teología de la Liberación?
“Si doy limosna a un pobre, me llaman santo; si pregunto por qué hay tantos
pobres e intento ayudarles, me llaman comunista”, se lamentaba Hélder Pessoa
Cámara, el famoso obispo de Recife (Brasil).
Cuando murió Juan XXIII en pleno
concilio, se escuchó a un monseñor de la Curia romana rezar por él. “Que Dios
le perdone el daño que ha hecho a la Iglesia con este concilio”. Años más
tarde, fue Pablo VI el execrado por la Iglesia tradicional a causa, sobre todo,
de su apoyo a los padres de la Iglesia latinoamericana reunidos en Medellín
(Colombia), en 1968, para ver cómo podían aplicar el Vaticano II en las
realidades de América Latina. De aquel acontecimiento dice ahora Gustavo
Gutiérrez: “El problema al que nos enfrentábamos no es cómo hablar de Dios en
un mundo adulto, sino cómo anunciar a Dios como padre amoroso y justo en un
mundo inhumano e injusto”.
Raúl Vera, obispo de Santillo
(México), se suma a esa protesta y devuelve la pelota a quienes creen que Juan
Pablo II y Ratzinger hicieron bien persiguiendo a prelados y sacerdotes
comprometidos con Medellín y con Pablo VI. “No se corrigió en Puebla la
Teología de la Liberación, se corrigió el Evangelio”, dice. Puebla, en México,
fue donde el papa polaco tronó más alto contra los teólogos de la liberación.
Raúl Vera, que fue prelado auxiliar del mítico Samuel Ruiz en la diócesis de
Chiapas, ha estado este fin de semana en Madrid para hablar al congreso de la
Asociación de Teólogos Juan XXIIII.
Según el obispo mexicano Raúl
Vera, "en Puebla se corrigió el Evangelio"
“¡Cómo me gustaría tener una
Iglesia pobre y para los pobres!”, dijo Francisco la pasada primavera, nada más
ser elegido papa. ¿Suena acaso a teología de liberación? Rodeado de potentados
de todo el mundo, había afeado antes, en su primer discurso oficial, las
ínfulas de poder de las jerarquías católicas. Raúl Vera, el obispo mexicano,
susurró en aquel momento a su compañero de escaño en la basílica de San Pedro:
“Oye, qué bien, este Papa viene a por nosotros”. Lo cuenta a EL PAÍS antes de
subrayar que Francisco también ha exhortado a los jóvenes a ser revoltosos
(“tengan el valor de ir contra corriente”), y a los obispos a oler menos a
pastor y más a oveja.
Hay un debate abierto sobre la
vigencia de esta teología, o sobre su futuro, al que los obispos españoles no
son ajenos. Sus medios de comunicación así lo reflejan, casi siempre con
hostilidad. Sin embargo, callan al ser preguntados. Varios prelados se han
negado a entrar en el tema, a consultas de EL PAÍS. Es como si estuvieran
esperando una señal del Vaticano, aparte la ya enviada por L’Osservatore
Romanoacogiendo a Gustavo Gutiérrez en sus páginas.
“Con un papa latinoamericano y,
además, jesuita, la Teología de la Liberación no podía quedarse mucho tiempo en
la sombra, donde ha estado relegada desde hace años”, dice Ugo Sartorio,
teólogo italiano y director del Messaggero di Sant’Antonio, comentando ese
hecho. “Se trata de una teología que fue dejada fuera de juego por un doble
prejuicio: uno, que todavía no ha metabolizado la fase conflictiva de mediados
de los años ochenta, y otro, el rechazo de una teología considerada demasiado
de izquierdas y, por tanto, tendenciosa”, añade.
Juan Rubio, de 'Vida Nueva':
"El análisis marxista ya quedó relegado"
Esto opina Juan Rubio, director
deVida Nueva, la gran revista católica española (de la congregación marianista)
con ediciones en Hispanoamérica: “La Teología de la Liberación ha ido creciendo
en ramas distintas, coincidiendo con los cambios sociopolíticos de América
Latina y del Caribe. Los planteamientos son distintos porque las situaciones
son distintas. El análisis marxista ya quedó relegado en muchos de los
posicionamientos de esta teología, pese a que hay quienes para atacarla aún
siguen esgrimiendo injustamente esas razones de método. La pregunta es si esa
teología es ya parte de la historia y cumplió su papel, o por el contrario, ha
evolucionado y ofrece claves que puedan ayudar a entender la realidad de
pobreza, injusticia y opresión, de nuevo cuño, en las que viven inmersos aun
hoy aquellos países. Esa es la pregunta que se hacen muchos cristianos que ven
en esta teología un compromiso afectivo y efectivo con el Evangelio y con la
necesaria conversión de estructuras injustas. Nuevas perspectivas se abren, no
hay que estar cerrados a ellas”.
Juan Rubio, que conoce bien a los
obispos españoles y ha conversado durante horas en el reciente pasado con el
papa Francisco (la edición argentina de Vida Nueva fue apadrinada por el actual
pontífice, entonces arzobispo de Buenos Aires), sostiene que “la Teología de la
Liberación, como una más, no la única y exclusiva, ayudará a aquellas iglesias
a entender mejor aquellas realidades. Pueden ser más o menos discutibles
algunos de sus puntos, pero lo que nunca puede hacer la Iglesia es amordazar e
impedir el sano y libre ejercicio de la teología, así como la propia misión
magisterial de la Iglesia. Un diálogo parece abrirse ahora de la mano de los
seguidores de Gustavo Gutiérrez con un papa que, si bien no es considerado
seguidor de esa teología, si está en condiciones de entenderla mejor. Se abre
una etapa de dialogo en la que primará, sin duda, el reconocimiento a tantos
hombres y mujeres que siguiendo estas líneas teológicas han dado su vida
testimonialmente en defensa de los más pobres”.
A pesar de los gestos, Tamayo
cree difícil que roma apoye esta teología
En cambio, Juan José Tamayo,
reelegido el sábado pasado secretario general de la Asociación de Teólogos y
Teólogas Juan XXIII, duda que la Iglesia institucional pueda asumir la Teología
de la Liberación, pese a que a la vista de no pocos de los gestos, palabras,
actitudes y opciones de Francisco, la respuesta pueda parecer afirmativa.
Añade: “Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los
progresistas y hasta algunos teólogos —no así las teólogas— de la liberación.
Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción
por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la
institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica —los pobres,
los movimientos sociales—, la radicalidad de sus opciones —interculturalidad,
pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual—, la revolución
metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus
instituciones”.
Diario EL PAÍS 16/09/2013
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