A PROPÓSITO DE LAS DECLARACIONES DEL DICTADOR JORGE RAFAEL VIDELA
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EN MEMORIA DE EMILIO FERMÍN MIGNONE Y DE LAS MADRES Y ABUELAS QUE MURIERON SIN ENCONTRAR A SUS HIJOS DESAPARECIDOS Y RECUPERAR LA IDENTIDAD DE SUS NIETOS APROPIADOS.
Las líneas que siguen tienen como disparador inmediato las declaraciones formuladas por Videla a la Revista española Cambio 16 y las transcriptas en el libro del periodista Ceferino Reato“DISPOSICIÓN FINAL(1). La confesión de Videla sobre los desaparecidos”. Hablamos de“disparador inmediato” porque muchas de las cuestiones que abordan, nos han acompañado dolorosamente durante las últimas décadas. Pero nunca antes nos habíamos encontrado con lascircunstancias que se nos han presentado recientemente.
Por un lado el reconocimiento expreso de parte de uno de los máximos jerarcas de la dictadura cívico militar de su responsabilidad en la ejecución de un siniestro plan de exterminio del que nuestro país fue víctima como parte de un proyecto regional (Plan Cóndor) inspirado por la Doctrina Hemisférica de la Seguridad Nacional.
Plan éste, dirigido a aterrorizar a nuestro pueblo, para hacer posible la ejecución de un proyecto económico, social y político, sustentado por la explotación y la exclusión de amplios sectores de la sociedad argentina y destinado a fomentar la concentración de la riqueza, la extranjerización de nuestra economía y la demolición del estado democrático. Y por otro lado, las manifestaciones del mismo personaje que ponen en evidencia la actitud claudicante, cuando no abiertamente cómplice, de buena parte del episcopado de nuestro país, mientras miles de personas, la mayoría de ellas cristianas y decenas de sacerdotes, religiosos y religiosas católicos, eran brutalmente secuestradas, torturadas y asesinadas.
Esta inédita situación de reconocimiento criminal por un lado y de señalamiento de corresponsabilidades eclesiásticas por el otro, constituye sin duda un escándalo que por su magnitud reclama de parte de quiénes nos sentimos miembros de la misma comunidad de creyentes y ante el incomprensible silencio de los obispos, una reacción impostergable.
Es la historia la que nos interpela como cristianos y por ello necesitamos dirigirnos a los actuales integrantes del episcopado exhortándolos y exigiéndoles, acciones concretas que repudien las afirmaciones del dictador y demandarles también, los gestos y decisiones que contribuyan a reparar y poner fin al daño causado por las inconductas de sus antecesores.
No podemos dejar de señalar que insistir en el silencio es resignar responsabilidades ineludibles y convalidar hoy, vergonzosas acciones y omisiones del pasado. No pueden quiénes se reivindican como pastores del pueblo de Dios, actuar como encubridores de hechos incalificables que aún agravian a sus víctimas y laceran espiritualmente al conjunto de la sociedad argentina.
No se trata de argüir sobre hechos y cuestiones saldadas largamente a lo largo de los 28 años de democracia, por las investigaciones desarrolladas en la búsqueda inconclusa, de la Verdad y la Justicia. Los jueces se han pronunciado a veces con inocultable morosidad y otras de manera insuficiente. Sin embargo merced al esfuerzo de los organismos de Derechos Humanos y al acompañamiento popular, parte de los responsables de la masacre, rinden hoy cuenta ante la justiciacon todas las garantías del debido proceso.
Se trata en cambio, con humildad no exenta de firmeza, de advertir al episcopado, sobre la necesidad de actuar, ante la gravedad de las circunstancias descriptas, con la resolución que la salud espiritual de nuestra comunidad reclama.
Las declaraciones de Videla, un criminal convicto y ahora confeso superan, por su perversión y contumacia, a todo lo hecho público por los represores con anterioridad. Videla con sus declaraciones no solo justifica y reivindica las atrocidades cometidas sino que señala como cómplices de ellas, por acción u omisión, a gran parte los jerarcas episcopales de entonces.
Ante esta inédita atribución de responsabilidades, exigimos como miembros de la Iglesia de Cristoque los obispos se manifiesten públicamente y sin ambigüedades frente a un escándalo que de no condenarse, pondría en duda su propio compromiso pastoral.
El pasado si bien inmodificable, es todavía reparable. Lo que no se quiso, no se pudo o no se supo hacer desde la jerarquía episcopal cuando miles de hombres y mujeres, buena parte de ellos nuestros hermanos en la fe, eran secuestrados, torturados, asesinados, privados de su identidad y del derecho ancestral a ser dignamente sepultados; ha tenido un costo altísimo para el poder testimonial y la credibilidad de nuestra Iglesia.
Creemos y confiamos en que existe aún la oportunidad de reparar al menos parcialmente ese pasado y servir así a la mejor comprensión del mensaje evangélico siendo sobre todo, testigos fieles de su verdad mediante el compromiso activo con los valores que proclama.
La jerarquía, de la que hoy no forma parte ninguno de los que como obispos convivieron con el terror estatal, tiene la oportunidad de liberarnos de la pesada mochila de un pasado que cargaron los que, por decir lo menos, no supieron, no pudieron o no quisieron estar a la altura de sus responsabilidades pastorales.
Dicho todo lo anterior afirmamos que no nos mueve otro interés que el más sincero deseo de que la Iglesia de la que somos parte, no hipoteque una vez más su autoridad moral y con ella su credibilidad y potencialidad evangelizadora.
Es desde estos presupuestos que nos atrevemos a preguntar:
¿Puede seguir integrando la comunidad cristiana quién reconoce públicamente y sin arrepentimiento alguno, haber encabezado como su máxima autoridad un gobierno tiránico durante el cual y siguiendo sus órdenes, se torturó, asesinó y se hizo desaparecer a miles de seres humanos?(2) y (3).
¿Puede seguir siendo miembro de nuestra comunidad religiosa quién ignoró en los hechos la sacralidad del cuerpo humano, templo del Espíritu Santo (1Cor.6; 19.20) (4) consagrado como tal desde la decisión de Dios de hacer a sus creaturas coparticipes en el trabajo inconcluso de la creación, y reconoce e intenta justificar la aplicación de torturas y vejaciones a los detenidos y secuestrados? (5)
¿Puede acceder a la eucaristía quién no manifiesta previa y públicamente su arrepentimiento ante crímenes atroces y aberrantes que no pueden por sus características y repercusión social quedar limitados al ámbito privado?
¿Cómo puede Videla asistir a misa y comulgar pese a la contumacia que exhibe con relación a sus crímenes lo que lo lleva a recurrir a afirmaciones propias de un mesianismo blasfemo?(6)
¿Puede la jerarquía de la Iglesia Argentina, seguir en silencio y no condenar lo que constituye un manifiesto agravio al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, a la comunidad de los creyentes y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad?
Es obvia la respuesta de quiénes compartimos este texto. Pero quizás no sea inútil transmitir algunas reflexiones más, con la esperanza de que las mismas ayuden a tomar las decisiones que correspondan y que de postergarse conspirarán seriamente contra el mejor cumplimiento de nuestra misión testimonial y pastoral.
En sus reportajes a la revista Cambio 16, Videla presenta a la Iglesia como testigo complaciente de la matanza que se estaba desarrollando en nuestra Patria. Comienza el reportaje de Ricardo Angoso del 16 de febrero de 2012 diciendo su autor: “Aún hoy se siente orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histórico más deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso sí, agradece los servicios prestados, a la Iglesia católica.”
Este personaje que en el libro de Reato no duda en decir que asume su prisión: “…como otra acción de servicio a Dios y a la Patria” (7) le dedica a la jerarquía de entonces un párrafo que confirma lo que los católicos que lo vivimos pudimos percibir y que con envidiable templanza y compromiso cristiano relata Emilio Fermín Mignone en su histórico libro“Iglesia y Dictadura”.
Según Videla, la jerarquía de entonces –con tan honrosas como minoritarias excepciones- fue“prudente”, dijo lo que “le correspondía” decir sin causarle a los responsables de la masacre y sus perversiones colaterales, “problemas inesperados”.(8)
De ser esto cierto y creemos dolorosamente que así lo fue, la jerarquía de la iglesia argentina, a diferencia de otras comunidades hermanas del continente, volvió a sacrificar su vocación profética y su deber de proteger el rebaño confiado por Dios a sus pastores, a las comodidades y dudosos privilegios con que premia el poder temporal a los que claudican en sus responsabilidades trascendentes. Vale quizás acá recordar la cita bíblica mencionada parcialmente al inicio de la obra citada de Emilio Fermín Mignone:
”Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel…Dirás a los pastores: Así dice el señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño?...Por eso pastores, escuchad la palabra de Yahveh: Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh lo juro: Porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastores, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mi rebaño; por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el señor Yahveh: Aquí estoy yo contra los pastores: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca y no serán más su presa” (Ezequiel 34; 1,10)
El párrafo que Videla dedica a los “públicos documentos episcopales” pone en evidencia la intrascendencia de los mismos en orden a evitar la continuidad de la matanza y las prácticas aberrantes que desplegaba bajo su conducción, el aparato represivo.
¿Hubiera podido la jerarquía de entonces, actuar de un modo diferente?. No hay dudas de que sí.
Sin reclamar actitudes heroicas ni testimonios de martirio -que para gloria de Dios y de su Iglesia también los hubo- no hay duda alguna de que por su poder espiritual, especialmente influyente sobre la “familia militar”; una condena explícita de la tortura y de la ejecución clandestina de prisioneros hubiera generado un estado de debate y contradicción internos, de consecuencias imprevisibles en orden a salvar vidas y moderar los tormentos de los secuestrados.
¿Qué hubiera ocurrido con los hijos arrancados de sus madres y privados de su identidad, si la Iglesia hubiera actuado con contundencia y claridad ante este crimen que prácticamente no reconoce antecedentes?
¿Cómo se explica que en varios de los tenebrosos casos de entrega de esas creaturas, aparezcan implicados religiosos y religiosas católicos?
Lamentablemente resulta imposible negar que en la mayoría de los casos por omisión, en algunos otros por complicidad activa y afinidad ideológica; la jerarquía fue incapaz de cumplir con su misión profética de enfrentar con decisiones claras y contundentes a una tiranía manifiestamente contraria a los principios y valores de nuestra Fe y que en el colmo de su delirio, proclamaba actuar en defensade la “civilización occidental y cristiana” .
Queremos aquí recordar y honrar con admiración a la minoría de pastores que alzaron su voz para dar testimonio del mensaje evangélico. Especialmente a aquellos que al hacerlo cumplieron hasta el extremo, con el mandamiento evangélico de Nuestro Señor: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn.15; 12 y 13)
Vale la pena, señalar los nombres de algunos de aquellos valientes obispos: Monseñores Angelelli, Ponce de León (ambos asesinados por la dictadura), De Nevares, Novak, Hesayne y Devoto.
Si acerca de ese pasado, triste y doloroso pareciera caber solamente el arrepentimiento sincero y pastoral, las aberrantes declaraciones de Videla pueden ser, paradojalmente, una oportunidad para expresar con gestos y decisiones concretas la voluntad reparadora de una iglesia que trasciende en mucho a sus circunstanciales jerarquías.
Pedimos y exhortamos a que se pronuncie una condena categórica de sus manifestaciones acompañada de la negación de su acceso a la eucaristía hasta que no se produzcan las condiciones previstas para concederle el sacramento de la reconciliación que no son otras que el arrepentimiento, el reconocimiento de los pecados cometidos y la voluntad de reparar sus consecuencias.
Por tratarse además, de pecados públicos agravados por el escándalo que supone su también, pública reivindicación; el arrepentimiento y las demás exigencias sacramentales, no pueden quedar recluidas en el ámbito de la intimidad confesional.
Si esta condena se extiende también, a todos los que hayan cometido los crímenes propios del terrorismo de estado y tengan conocimiento de donde se encuentran los restos de los desaparecidos y cuál ha sido el destino de los hijos arrancados de los brazos de sus madres y que viven aún con una identidad falsificada; estamos convencidos de que la Iglesia produciría una trascendente contribución reparadora. Esto sería además un aporte concreto, a una reconciliación que sólo sería digna de tal nombre si fuera auténtica y que para serlo, no puede eludir el duro tránsito por los caminos de la Verdad y la Justicia.
Vale ahora un párrafo dirigido a los capellanes militares, que estuvieron en “servicio” en los tiempos del terrorismo de estado. Creemos que algunos de ellos deben de estar aún vivos. Es casi imposible que quienes estuvieron en unidades militares empeñadas activamente en la denominada “guerra sucia” hayan ignorado lo que ocurría, menos aún los que ejercían su “ministerio” en donde funcionaban centros clandestinos de detención. Muchos de ellos escandalosamente colaboraron –como el cura Christian Von Wernich- con los torturadores y asesinos, pecando sacrílegamente contra su ministerio sacramental.(8)
Creemos que es una obligación ineludible de la jerarquía exigir que aquellos sacerdotes que hayan colaborado o tenido conocimiento del asesinato y/o desaparición de personas o conozcan el destino de los niños arrebatados a sus familias, transmitan a las autoridades de la Iglesia, bajo el apercibimiento de ser sancionados automáticamente con las penas canónicas más severas que pudieren corresponderles, toda información que permita identificar el destino final de los desaparecidos y de los hijos que permanecen aún secuestrados y privados de su identidad. Según el caso, la Iglesia podrá exigir además la presentación de los involucrados a la justicia o denunciarlos por ella misma, de no existir de por medio el secreto de confesión.
En este último caso y esto según nuestro modesto entender, el secreto de confesión, debe proteger al que hubiere requerido el perdón, pero de ninguna manera obliga al sacerdote a extenderlo en perjuicio de inocentes que son víctimas actuales del pecado cometido. De actuar así travestirían su condición de ministros del perdón por el de cómplices de un delito continuado y al secreto de confesión en injustificable encubrimiento.
No podemos dejar de señalar que cada madre, padre, abuelo o abuela o cualquier otro familiar que deja este mundo se lleva consigo un dolor irreparable y agrava de manera irremediable el crimen cometido.
Si la tortura como lo creemos busca más que la información con que se la intenta justificar, la degradación de la dignidad de los torturados; estamos convencidos de que el ocultamiento del destino de los asesinados y de los nietos que son buscados con santa desesperación por sus abuelas y familiares, es una tortura que sigue agraviando en primer lugar a la dignidad de las víctimas, pero también a la de todos los que somos parte de esta comunidad espiritual que denominamos Nación Argentina.
Es por ello y por la relación de subordinación que los capellanes tienen con la jerarquía, que sin perder más tiempo, la Iglesia debe de exigir de ellos la verdad en plazo perentorio, para de ese modo sí contribuir con hechos a la reconciliación que tantas veces se enuncia solo con palabras.(9)
Con la esperanza puesta en Dios nuestro Señor, oramos para que el Espíritu Santo ilumine las conciencias de la jerarquía episcopal y haga posible la toma de decisiones y acciones que evidencien su voluntad reparadora y su compromiso con la reconciliación de los argentinos con nuestro propio pasado. Que nuestra Señora de Luján patrona de la Patria nos acompañe a todos en el logro de este imprescindible aporte a la construcción de una comunidad reconciliada en la Verdad, la Memoria y la Justicia.
CITAS Y COMENTARIOS:
(1) La definición que Videla da del término con que se titula el libro, pone en evidencia su desprecio manifiesto por la condición humana de las víctimas del plan criminal que dirigió y ejecutó sin ningún tipo de escrúpulos o remordimientos.
(2) “La verdad es que durante cinco años hice prácticamente todo lo que quise. Nadie me impidió gobernar, ni la Junta Militar ni ningún factor de poder…”. ““Ojo, no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño…” Reato páginas 16 y 34.
(3) Aclaramos para que no haya dudas que, el “peso en el alma” al que se refiere el dictador, en la cita anterior, es el que le reclama “hacer una contribución para asumir mi responsabilidad de una manera tal que sirva para que la sociedad entienda lo que pasó y para aliviar la situación de militares que tenían menos graduación que yo.”
(4) En este punto no se nos escapa que Pablo se refiere a los “pecados de la carne” a los que nuestro humilde entender la Iglesia ha prestado una desmedida atención en perjuicio de otros que, como en este caso, exhiben el demérito de ser muchísimo más graves. Si Pablo nos recuerda en la misma epístola versículo 13, que es el amor la mayor de las tres virtudes teologales y el mismo Jesucristo nos enseña en Marcos 12,31 que el segundo de los mandamientos es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” solo precedido por el del amor a Dios y agrega “No existe otro mandamiento mayor que éstos”, ¿puede haber falta más grave como no sea renegar o blasfemar contra el Señor, que provocar intencionalmente el sufrimiento físico, moral y psicológico de nuestro prójimo “… para tenerlos a mano para apretarlos cada vez que lo necesitáramos a cambio de nada o a cambio de algo…”
(5) : “Los detenidos eran alojados en lugares no comunes, por razones de seguridad que debían ser muy rigurosas y además para tenerlos a mano para apretarlos cada vez que lo necesitáramos a cambio de nada o a cambio de algo…Aceptemos que sí, que había declaraciones bajo fuerza” Reato Pag.71. En la página 75 Reato cita la sentencia de la Cámara Federal que condenó a los comandantes, en donde se afirma que la tortura fue aplicada “a los secuestrados…en la casi totalidad de los casos”.
(6) “Me ha tocado transitar un tramo muy sinuoso, muy abrupto del camino, pero estas sinuosidades me están perfeccionando a los ojos de Dios, con vistas a mi salvación eterna.”(Reato Pag.25.
(7) Reato Pag.125
(8) ”La Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, de tal suerte que dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En más de una oportunidad se hicieron públicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podían estar cometiendo en la guerra contra la subversión, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se debía concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carácter violento, sino todo lo contrario. No rompió relaciones, sino que nos emplazó a concluir con esos hechos. Expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más. Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable. Y debo reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto, de la guerra, también tuvimos grandes coincidencias. La Iglesia argentina en general, y por suerte, no se dejó llevar por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada claramente a favor de un bando, de otras iglesias del continente, que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún miembro de esa Iglesia argentina entrara en ese juego pero eran una minoría no representativa con respecto al resto.”
(9) Señalamos que hemos tomado conocimiento que Von Wernich, sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal (al menos la celebración en privado de la Eucaristía)pese a haber sido condenado por la justicia y no haber hecho manifestación alguna de reconocimiento y arrepentimiento.
(10) Es tiempo también de revisar esta vetusta jurisdicción corporativa y extender a las FFAA la jurisdicción episcopal que nos es común al resto de los fieles.
Adhieren:
LAICOS
ABAYÚ Gabriel Edgardo
ACEBEDO Mirta
ACHAR Elena
ACOSTA Christian Juventud FORJA CABA
ACOSTA Eduardo GRUPO MEMORIA MARIANISTA
ALFONSO CALCABRINI Amanda
ALMEIDA Taty Madres Plaza de Mayo -Línea Fundadora
ALMIRON Emma
ALVAREZ GOYCOCHEA Gonzalo
ALVAREZ LANSON Elena Beatriz
ANTÓN Sofía
APARICIO Yamila Juventud FORJA CABA
APRIGLIANO Anabella
ARANDA Mónica Beatriz
AREDEZ Adriana
AREDEZ Luis
AREDEZ Olga
AREDEZ Ricardo
AREVALO Nicolás
ARGENTO Daniel GRUPO MEMORIA MARIANISTA
ARMADA Miguel Ángel
ARRÚE Carola Comisión de Justicia y Paz de la Familia Dominicana de Argentina (Orden de Predicadores).
ARRÚE Nicolás
ARTIGAS NILO Rubén Aníbal
AVENDAÑO Viviana
BALBI Angel Heriberto
BALBI María Luisa
BARAVALLE Mirta Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
BARCELÓ Elida
BARNES DE CARLOTTO Estela Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo
BARONETTO Luis Miguel querellante en la causa judicial por el asesinato de Mons. Enrique Angelelli
BARRAL María Laura
BARRAL Raúl Héctor
BARRERA Jorge
BEIGBEDER Gonzalo
BELLOCHIO Aurora Madres Plaza de Mayo -Línea Fundadora
BESGA Ana Elisa
BETTONI Natalia Pastoral social Diócesis de Quilmes
BIANCALANA Ana GRUPO MEMORIA MARIANISTA
BICINSKAS Gabriel Justicia y Paz - Obispado de Quilmes
BIELLA Virginia Juana
BORRELL María Luisa
BOTTINI Gustavo Ernesto
BRARDINELLI Rodolfo Luis Grupo Estudios Sociales de la Vida Penitenciaria (GESVIP) - Centro DDHH "Emilio F. Mignone"
BRAVO Claudio Ezequiel
BRAVO Víctor
BRIOZZO Rodolfo Valerio
BRUM María C.
BRUNO Ángel Atilio Movimiento de Laicos Autoconvocados - Diputado Nacional (MC)
BRUSCO Juan Carlos
BRUSCO María Itatí
BUCHINIZ Gloria Elizabeth Fundación SERPAC
BUSACCHIO Elda
CACCIA Osvaldo GRUPO MEMORIA MARIANISTA
CAFIERO Ana
CAMPAÑA Domingo Horacio
CAMPOS Diana Isabel
CANDELMI Claudia
CAPDEVILA Fernando
CAPELLI Ricardo
CASSANO Alberto
CASTIÑEIRA DE DIOS Elena
CASTORI Gabriela Fernanda Movimiento de Laicos Autoconvocados
CASTRO Flora
CASTRUCCIO Daniel
CELA Ernesto Gabriel Docente y Animador Pastoral en la Pquia. Ntra. Sra. de la Paz en Bernal, Quilmes
CERCONE Aurelio Carlos
CIRELLI Gustavo
COLLINO Carlos Guido
COLOMBO Serena Escuela Cooperativa Mundo Nuevo
COMODO Miriam
CONTE Laura Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
COPATI Pablo Ignacio
CORDES Ernesto
CORDES María Marta
CORMICK Teresa Eugenia
CORTIÑAS Nora Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
COSEANO María Elena querellante en la causa judicial por el asesinato de Mons. Enrique Angelelli
COSSE ZAFFARONI Lía
CUELLO Guillermo Luis
DALLORSO Nicolás
DAMIANI Hugo Luis
D'ANGELO OVIEDO Graciela
DE LA SERNA Mercedes
DE MENDONÇA Horacio
DE PAULA Aldo GRUPO MEMORIA MARIANISTA
DE PIERO Sergio
DE PIERO Silvia
DE SA TORRES Alicia CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
DENIS Lucía Graciela
DI LORENZO José Luis
DÍAZ María Emma
DÍAZ María Neri
DIEUZEIDE Juan Ángel
DI PIETRO PAOLO Leonardo Julio
DOMENICONI María Cristina
DONADIO Teresa
DREWES Luis Alberto CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
EGGERS Francisco
EGGERS-BRASS Teresa
ENECOIZ Nora
EROLES Ada Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
ESTEBAN Edgardo
ESTRELLA Miguel Ángel Embajador ante la UNESCO
FABBRI Alejandro GRUPO MEMORIA MARIANISTA
FANKHAUSER Luisa Martina CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
FERNÁNDEZ Mabel Irene
FERNÁNDEZ SAMAR María Cristina
FIRME Ramón
FLEA Silvia Andrea
FRAIMAN Wanda
FRANCO Federico Manuel
FUNES David Hernán
GALANTE José María Movimiento de Laicos Autoconvocados
GARCÍA Julia Beatriz Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
GARCÍA Martín
GARCÍA BUELA Haydee Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
GARCÍA FRANCO Alicia Elba
GASTALDI Patricia
GIANNETASIO Graciela María Diputada de la Nación
GIANNONI Dora
GIANNONI Lidia Beatriz
GOIBURU Mabel Teresa
GOLLER Edgardo
GÓMEZ Rufina Florencia
GONZÁLEZ María del Carmen
GONZÁLEZ María Estela
GONZÁLEZ María Julia
GORONDI Pedro
GRACI GARAT Haydee
GRASSI Carlos
GRIFFIN Gina
GRIN Roberto
GUARINO Mirta Liliana
GUITRE Oscar Domingo
HANKE Gladys Leonor
IBAÑEZ Teresa de Jesús
IBARLUCÍA Blanca Rosa
IBARRA Emilio
IRIBARNE Arnaud
ISERTE Adriana Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
ISERTE Alejandro Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
JARACH Vera Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
JELENCOVICH Patricia CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
JOHN Leo
KAUFMANN Walter
LANZILLOTO Alba Rosa Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
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LE BOZEC Emma
LEBURN Patricia
LEMOS Pedro Javier
LENTON Diana
LEWIN Beatriz Madres Plaza de Mayo - Línea Fundadora
LIGNAQUY Isabel
LIUZZI Silvio
LLORENTE María Mercedes
LOBOS NUÑEZ Mario Iglesia Metodista de Chile
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LÓPEZ Osvaldo
LÓPEZ Darío
LÓPEZ FORESI Liliana
LUIS Horacio José
MAFFIOLI María Elina
MALMSTEN Rodrigo
MANGO Adolfo Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
MANGO Perla Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
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MAQUEDA Ernesto Emilio
MARINOSCI Cristina del Valle Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Filial Formosa
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MARTÍNEZ Alberto Héctor
MARTÍNEZ Carmen Beatriz
MARTÍNEZ Gerardo Roberto
MARTÍNEZ Natalia 20.671.330
MARTÍNEZ Patricia
MARTINO Héctor
MASTROGIACOMO Graciela
MC LOUGHLIN Ricardo Tomás
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MIÑANA RUFAT Vicente
MIRALDI Roque Luis
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MONTALBETTI Juan Carlos
MORALES Víctor Hugo
MORELLI María
MORENA Carlos Alberto
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MOURE Lidia Mabel
MOYANO Elda
NAN Raúl
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NAVARRETE Guadalupe Ariadna Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
NAVARRETE Julián Emiliano Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
NAVARRETE Lucía Marcela Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
NAVARRETE Rocío Belén Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
NEGRI Susana Carmen
NICOLETTI María Andrea
NIETO ORTIZ Graciela
OBERMEIER Gustavo César
OCAMPO Federico
OCAMPO DE VÁSQUEZ Marta Madres Plaza de Mayo -Línea Fundadora
OCHANDIO Fabián
OJEA QUINTANA Rodolfo María
OLIVÁN COMAS María Elena
ORDOQUI Adriana
ORELLANA Enrique
ORTIZ Marta Liliana
ORTIZ PACHECO Yolanda
OTTAVIANO Ovidio Tomás
OYARZÁBAL Herminia Alicia
PÁEZ Magin
PALAVECINO Carla
PALLAVICINI Lydia
PAOLÍN DE BOITANO Ángela Presidenta de Familiares de Desaparecidos
PATIÑO MAYER Hernán
PATIÑO MAYER Lucía
PAULUCCI Daniel GRUPO MEMORIA MARIANISTA
PAVELKA Claudia Emilia Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
PEDUTO Daniel
PELÁEZ Dora Mercedes Bahía Blanca
PERALTA María Angélica
PEREGALLI Andrés
PÉREZ Nora
PERRONE Angel Eugenio
PETRELLI Mónica Beatriz
PICCOLOMINI María Belén
PIERINI Alicia
PIGUILLEM José
PISANI María Gabriela
PISANO María del Carmen
PIZARRO César
PLAZA Betina Laura
PLAZA Edgardo Enrique Vicaria de la Fraternidad del Obispado de Viedma
PLOU Juan APDH Mesa Directiva
PONCE DE LEÓN Darío
PONSARD Rogelio
PUCCIARELLI Ernesto
PUENTE Beatriz
PUIGDELLIBOL José Ignacio
QUIROGA Licia Marta
QUIROGA María Evangelina
RAMADORI Imelda
RAMALLO Carolina
REBOLO Néstor 4
RETA Diego
REY Luis Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
REY Mary Grupo EN MEMORIA DEL PUEBLO de la Parroquia de la Santa Cruz
RIPA ALSINA Luisa Centro de DDHH "Emilio Mignone", Univ. Nac. De Quilmes
RIPARI Marcelo
RIVAS Jorge Diputado de la Nación
RIVEIRO Mabel
RIVERA Mirta
ROCCO Diana
RODRÍGUEZ Néstor Rubén
ROSS Marilina
RUBINO Pablo Juventud FORJA CABA
RUFFINI Edgardo
RUIZ Adolfo
SACIC Ana María
SACRISTANO Norma CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
SÁENZ Elsa Beatriz
SAHORES Marcela
SÁNCHEZ Carlos Julio
SÁNCHEZ ALUSTIZA Marta Graciela
SANDOVAL Dardo Jorge
SANZ Sonia
SARAULLO Norma Angélica
SARLI Néstor Luis
SCHMIDT Daniel
SCHNEIDER Guillermo Federico
SILVA Andrea Fabiana
SIMON Sandra Edith
SIPOWICZ Ana
SIWAK Juan Ignacio Laicos Autoconvocados
SOLA Felipe Diputado de la Nación
SORGUE Bibiana Pastoral Social - Viedma - Rio Negro
SORMANNI Daniel
SPERANDIO Miguel Ángel
STEINMANN Juan
SUAU María Cecilia
SUCARRAT María
TAGLIAFICO María Clara
TIZÓN Graciela Adriana
TOCCHETTON Diego Santiago
TOLEDO Silvina Juventud FORJA CABA
TOMBA Irma Susana CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
TOMÉ Marilén
TONCOVICH María Rosa Familiares Tandil
TSUJI Luz Canella
VALENZUELA Silvia
VELO Miguel
VERGARA DEVAUX Aldo Sebastián Misionero claretiano en Haití.
VÍA Blanca Rosa
VIDELA Gladys
VIEITES Elida CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
VIGLIETTI Andrea Emilce
VIVIANI Gustavo
VIZGARRA Rosa María CEB Jean Dumont, Parroquia Sta. Cruz
VOLPONI María Isabel
YAHDJIAN Juan
ZAPIOLA Elais Celia
ZÁRATE Mariana
Religiosos
Pbro. ACHA Víctor Saulo
Pbro. ALESSIO José
Pbro. ALESSIO Nicolás
ALFONSO Raúl sacerdote fuera del ministerio
BARBIERI HMR Adriana
Pbro. BLANCO Ignacio Javier
Pbro. BONIN Cristian Párroco de Choele Choel y Darwin, Diócesis de Viedma
Hna. CHIAPPE Norma Religiosa franciscana misionera de María
Pbro. CRUZ Alberto
Pbro. DE LA SERNA Eduardo
Pbro. DI SANZO Juan Carlos Lezama, Buenos Aires
Pbro. ECHEVERRIA Daniel Eduardo M.SS.CC
Pbro. FARFÁN Antonio
Pastor GARCÍA Carlos Enrique Pastor Metodista, Carmen de Patagones, pcia. De BsAs.
GARCÍA CARRANZA Daniel sacerdote fuera del ministerio
Pbro. GARIONE Alberto
Pbro. GLERIA Gustavo
Pbro. GONZÁLEZ Antonio
GONZÁLEZ RSCJ Silvia Lidia Religiosa del Sagrado Corazón
JACQUES RSCJ Valeria Religiosa del Sagrado Corazón - Ctro. Educación Popular Felicitas Mastropaolo rscj.
Pbro. NARCISI Ernesto
Pbro. NAZAR Francisco Ernesto
NESI RSCJ María Felicitas Religiosa del Sagrado Corazón, docente.
Pbro. OLVEIRA FUSTER Francisco Párroco Pquia Ntra Sra Fatima Isla Maciel, Avellaneda
ORTIZ Juan Carlos sacerdote fuera del ministerio
PARODI Fernando María sacerdote fuera del ministerio
Pbro. PRAVIA Germán Fraternidad Misionera. Quilmes
SACERDOTE RSCJ María Isabel Religiosa del Sagrado Corazón
Hna. SANTANA Ángela Franciscana Misioneras de la Madre del Divino Pastor
Pbro. SARRAILH Marcelo
Pbro. SOCIAS Damián Misionero de los SS. Corazones
Hna. SOLARES Miriam Franciscana Misioneras de la Madre del Divino Pastor
Pbro. VALENZUELA Gustavo Orden de los hermanos menores
Pbro. VARELA Gustavo Pbro. Asesor diocesano de Pastoral Social. Diócesis del Alto Valle del Rio Negro.
VERGARA RSCJ Analía Religiosas del Sagrado Corazón - Ctro. Educación Popular Felicitas Mastropaolo rscj.
Pbro. VIANO Rodolfo Franciscano
Hna ZAMBRANO Noemí Religiosa Dominica
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