¿CAMBIO HISTÓRICO EN LA IGLESIA CATÓLICA?
Juan José Tamayo
Secretario general de la Asociación de teólogos y Teólogas
Juan XXIII, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es
Intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013;
www.fragmenta.es)
Mi primera
impresión tras la lectura de la entrevista de Francisco a la revista “Civiltá Cattolica” es que podemos estar ante
un cambio importante en las prioridades del actual pontificado y que vuelve a
recuperarse la orientación reformadora del concilio Vaticano II. Los papas
anteriores, Juan Pablo II, Benedicto XVI e incluso Pablo VI en la segunda etapa
de su pontificado, estuvieron obsesionados por las cuestiones sexuales, que
trataban desde una antropología pesimista, con una visión negativa, en tono
condenatorio y lleno de prohibiciones en lo que tuviera que ver con la pareja y
con el ejercicio de la sexualidad. Se decía no a las relaciones
prematrimoniales, a la masturbación, al uso de los métodos anticonceptivos, al
divorcio, al aborto, al matrimonio homosexual, al sacerdocio de las mujeres, al
matrimonio de los sacerdotes, a la comunión de los divorciados, y un solo sí: a
la castidad. El amor quedaba fuera de la teología papal. La obsesión por la
ortodoxia y el dogmatismo era patología frecuente. En estos terrenos todo se
resolvía con condenas, excomuniones, suspensiones a divinis, etc. Juan Pablo II
y Benedicto XVI se desviaron de las orientaciones del concilio Vaticano II, en
el que ambos participaron activamente.
Entre las
prioridades de Francisco no están el aborto, el matrimonio homosexual o el uso
de los anticonceptivos, que cree deben situarse en cada contexto concreto. Su
actitud es no injerirse en la vida personal de la gente, sino respetarla. Su
propósito es volver al Vaticano y, recuperar su espíritu solidario con las
personas excluidas, expresado en este texto conciliar antológico: “Los gozos y
las esperanzas, las tristezas y las angustia de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son los gozos y esperanza,
tristezas y angustia de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón”. A quien hay que salvar es a la
persona en su totalidad como corazón y conciencia, inteligencia y voluntad,
como individuo y comunidad. Es un mensaje en plena sintonía con los diferentes
humanismos de nuestro tiempo. El Vaticano II concedió poco espacio a las
cuestiones relativas a la sexualidad, como tampoco se lo concedió Jesús de
Nazaret. No recurrió a definiciones dogmáticas ni a condenas. Sus
preocupaciones fundamentales tuvieron que ver con la dignidad humana, la
promoción del bien común, la superación de la ética individualista, la
solidaridad, la paz, las relaciones internacionales, las relaciones fe y
cultura, los derechos humanos, etc.
Este es el
camino que está siguiendo Francisco. ¿Supone un cambio histórico? Puede serlo
si lleva a cambio la reforma de la Iglesia en profundidad desde la opción por
las mayorías marginadas y si devuelve a las mujeres el protagonismo que se les
viene negando desde hace siglos. Solo
entonces volverá la primavera a la Iglesia tras cuarenta años de invierno.
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